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Carreño

Paz, galletas y mar

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El sol cae, casi con precipitación, sobre Carreño. Esta llegando el otoño. El cielo, ahora ambarino, muestra una tonalidad acorde con esas fechas. El concejo se contagia de otros vocablos colindantes, como morriña y saudade. Pero aún hay gente que se apresura a vivir sus horas de sol. En una reunión de amigas en la que la media de edad supera los 60 años, alguien ha llevado para merendar marañuelas, unas deliciosas galletas que por sí solas se encargan de amenizar la reunión, entre bocado y bocado. De ese modo, las cuatro confidentes se van poniendo al día. A decenas de kilómetros de allí, las parejas recorren de la mano o andando a la par, por azar, la senda de Piñeres-San Antonio y observan el mar en lontananza, se miran y se sonríen con complicidad. Por otro lado, un grupo de jóvenes ha salido para hacer una excursión y ver el área dolménica Cerro Los Llanos; han decidido acampar en unos terrenos cercanos con su tienda de campaña, pero respetando el medioambiente: nada de basura, nada de candelas que incendian montes. Los sonidos orquestados de las fiestas de Nuestra Señora de los Remedios retumban y resuenan hasta en Logrezana, Guimarán y otras parroquias, a las que la brisa les recuerda que, de nuevo, han llegado las fiestas. Una estación está a punto de concluir para dar inicio a otra. Todo se va y todo vuelve. 

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