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Tesoros que descubrió la azada
Castrelo do Val es como el encaje que adorna las faldas del gran macizo de Manzaneda-Serra da Queixa, el gran espacio de transición (es uno de los más grandes municipios de Ourense, con algo más de 122 kilómetros cuadrados) entre estas cimas y el valle del río Támega, cuya capitalidad es Verín y que da lugar al vino de la Denominación de Origen Monterrei. El terreno de Castrelo do Val corre desde lo alto en dirección al llano, desde los casi 1.400 metros de altitud hasta los 450 sobre el nivel del mar. La cuenca del Támega, afluente del Duero, riega este territorio ocupado desde la prehistoria, como atestiguan los restos del castro de Cabanca o los incontables hallazgos fortuitos de particulares durante los trabajos del campo.
Uno de los más sonados descubrimientos, noticia en la prensa gallega y estatal, fue el del vecino José Luis Lozano. Mientras araba una parcela halló una enorme piedra menhir con grabados que representaban una forma antropomorfa de guerrero a modo de totem, única en Galicia pero con semejanza a otras halladas en Extremadura. Los expertos calcularon que tendría unos tres milenios y su descubrimiento fue motivo de polémica, porque los vecinos querían conservarla en el pueblo y el guerrero acabó siendo trasladado al Museo Arqueolóxico de Ourense, previo paso por una gran exposición en la Cidade da Cultura en Compostela.
Entre los elementos patrimoniales más recientes, en Castrelo do Val destacan los cruceiros, en especial el de la parroquia de Pepín (1759). También el peto das ánimas o limosnero de piedra por las almas del Purgatorio de Gondulfes e iglesias como las de esta misma parroquia o Servoi. En el arte eclesial, prima el barroco. Junto a esto, merecen una visita pequeños núcleos de arquitectura tradicional como el pueblo de Nocedo.
Para conocer este ayuntamiento tan grande en extensión existen varias rutas de senderismo como la de los Carboneros (17 kilómetros), que conmemora un modo de vida de los vecinos de los pueblos más altos de Castrelo, donde crece el torgo. La raíz de esta planta es la materia prima empleada en la zona para elaborar el carbón. El llamado circuito Galaico-Luso recorre 50 kilómetros en tres etapas, incluye la ruta de los Carboneros y llega hasta las estribaciones del Parque Natural do Invernadoiro. La ruta de O Portozón (18 kilómetros) recibe el nombre del mirador al que llega y desde donde se puede contemplar el valle de Monterrei. Este itinerario coincide en parte con la ruta de O Casteliño, más sencilla y de solo ocho kilómetros.
Un municipio con tan ancestral memoria como Castrelo do Val no puede sino alimentar una rotunda tradición gastronómica en torno a la castaña, las setas, las carnes de jabalí y corzo, el cordero, el cabrito y la miel. Aquí se cultiva, además, el viñedo de la Denominación de Origen Monterrei, propio de la comarca. También ancestral es la Romería de los Danzantes de Santa Marta, en Fontefría, uno de los mejores ejemplos de las típicas danzas blancas de Ourense. Seis hombres vestidos enteramente de este color, salvo los lazos que adornan un alto gorro cónico y las castañuelas, evolucionan al ritmo de esta danza que hunde sus raíces en ritos paganos. El momento cumbre de la coreografía llega cuando entrelazan en su baile las largas cintas de seis colores que cuelgan de un mástil de madera. El ayuntamiento aconseja telefonear al consistorio para saber si el año en curso, durante la romería de Santa Marta (último domingo de agosto), se va a celebrar esta danza, que fue recuperada del pasado a finales del siglo XX pero que ha sufrido varias interrupciones.