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El Barraco

Un museo de la naturaleza

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Municipio de unos 1.900 habitantes junto a las carreteras N403 y AV905. Dista de Ávila 34 km e incluye los anejos de Arroyo de la Parra, las Cruceras, Puente de la Gaznata y La Rinconada.

Nombre fuerte y naturaleza pródiga. En cierto sentido es un compendio de las sierras abulenses: en el centro y al norte la Paramera con sus lomas suaves pero agrestes repartidas entre dehesa, pasto y bloques de granito. Al sur las crestas del macizo oriental de Gredos. Y en medio, otro mundo: el valle del Alberche, el gran pantano del Burguillo y la Reserva Natural del Valle del Iruelas con los llamados bosques mágicos.

Por eso está bien traído el museo de la Naturaleza, sito en la urbanización Los Chopos. Hay mucho que aprender en una geografía cuyos contrastes se contagian al clima. Al sur, por ejemplo, la masa acuática del pantano suaviza las temperaturas y aumenta la humedad. No es lo mismo que el invierno más inhóspito de la Paramera o las elevaciones del sur como el cerro de la Escusa, con casi 2.000 metros.

En el término predomina el pinar (por ejemplo en la Cebrera) y el pasto, también los enebrales y un cultivo inesperado, la vid. Añade vegetación de ribera y sotos en los ríos Alberche y en arroyos y gargantas como el Gaznata, Arrelobos, el Boquerón o el Charquillos, entre otros.

El Barraco conserva ejemplos de arquitectura tradicional de sillarejo sobre todo en cercados y dependencias ganaderas, también algunas buenas casas con refuerzo de sillar en las esquinas y el típico cerco de grandes bloques en puertas y ventanas. El tamaño de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, junto con obras de arte notables como las bóvedas de crucería o el retablo (considerado de los mejores en escultura policromada de la escuela abulense), predica la importancia del viejo Barraco, que no es solo pasada porque en el siglo XX la revitalizó con industrias locales vinculadas con la ganadería, la alimentación o el vino. También muestra empaque el otro edificio que suele calibrar la importancia al menos económica: un ayuntamiento emplazado en una casona con blasón y galería porticada.

El Barraco tiene tres ermitas. Una de ella muy alejada, en el puerto de La Paramera, sirve de pretexto para una buena caminata. Otra ruta puede dirigirse al despoblado de Santo Domingo y el cercano puente sobre el arroyo Gaznata. El ayuntamiento también recomienda las de los caminos de Valdedate, la Cebrera y Monte Encinar. Y, por supuesto, cualquier otra que asome por El Burguillo y el valle del Iruelas.

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