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El Tiemblo

Jura de reyes, toros de piedra, turismo de agua

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Municipio de unos 4.200 habitantes situado cerca del límite provincial con Madrid. Incluye los núcleos de Cerro de Guisando, La Atalaya, Poblado de Burguillo y Puente Nuevo. Dista 44,6 km de Ávila.

El Tiemblo es uno de los pueblos más influidos por el agua de la provincia de Ávila por su cercanía al gran pantano del Burguillo, la red de cauces que vierten en el Alberche o el Charco del Cura (pequeño embalse de regulación a los pies del pueblo). Pero no deja de ser serrano en las estribaciones del macizo oriental de Gredos. Más cerca le queda otro patrimonio natural protegido: la Reserva Natural del Valle de Iruelas.

A los prados, pinares y encinares en dehesa que rodean al pueblo, se suman los llamados bosques mágicos del Iruelas, una diversidad forestal muy valiosa por las especies propias del norte, posibles aquí gracias al microclima del valle. Desde las tres variedades de pino a abedules, acebos, tejos, arces o enebros, entro otros. Otro bosque próximo, el Castañar, completa con sus castaños jóvenes y centenarios (algunos de más de ocho metros de diámetro) junto con los sotos de arroyos y gargantas tributarios del Alberche.

Además del patrimonio natural, la cercanía a Madrid explica a El Tiemblo como referencia comercial y turística. Un monumento en particular tiene bastante culpa como imán de viajeros: los Toros de Guisando, así llamados por el cerro, no por el pueblo homónimo al otro lado de la sierra. El grupo de verracos vetones observó impertérrito el pacto entre Isabel y su hermano Enrique IV para la sucesión de la corona castellana. De ahí que El Tiemblo sea un hito básico de la ruta Isabelina.

No es el único monumento singular. Abundan en el término desde una pequeña colección de puentes romanos y medievales al único horno de tinajas conservado en la provincia o el pozo de nieve entre los picos del Traviés y la Encinilla.

Pero el empaque económico e histórico se mide sobre todo en su patrimonio arquitectónico. Entre los edificios civiles llaman la atención varias casonas y el enorme ayuntamiento apoyado sobre cinco arcos. En lo religioso, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (joya del gótico isabelino) y el monasterio de los Jerónimos, dañado por un incendio el siglo pasado pero declarado por su entorno paisaje pintoresco. Y, desde luego, la ermita de San Antonio de Padua, que de ermita solo tiene el nombre: monumental y vistosa por la combinación de granito visto en la gran portada y el encalado de los muros laterales.

Una ruta recomendada entre muchas y más allá de las obvias al Burguillo, por el Alberche o el Iruelas: la subida al pico Cabeza de la Parra (1.635 metros), que pasa por El Castañar y el paraje de Fuente Ancha.

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