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Graus

Un regalo para la vista

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Entre montañas y surcada de ríos, Graus es un regalo para la vista. Desde el momento en que se divisa a lo lejos, al acercarse, y sobre todo, al pasear por sus calles llenas de Historia y de Arte. Su casco antiguo, declarado conjunto histórico artístico, nos dejará con la “boca abierta” y no nos cansaremos de admirar y fotografiar su bellísima Plaza Mayor, llena de fachadas con decoración neoclásica y que acoge, en septiembre, las fiestas patronales de Interés Turístico Nacional.  Al pasear por el casco veremos que aún conserva tramos de la antigua muralla que nos habla del pasado medieval de la ciudad. Se pueden ver claramente tres de sus puertas (Chinchín, Linés y Barón). A través de ellas llegamos a Barrichós, conocido popularmente como barrio de Abajo, el más antiguo, con calles típicamente medievales, estrechas y sombrías. Aquí se encuentran algunos de los palacios más bonitos de Graus: Mur, Solano, Oliván, Oncíns y Fantón, del siglo XVI. Pare en la fachada del palacio de Mur, donde verá una “pintada” del siglo XVI. Sobre la puerta se puede leer claramente, con letras entrelazadas: “Rodrigo ama a Marica”. 

Adosada a una roca, inclinada sobre Graus como si actuase de paraguas protector y custodiando de reojo la entrada a los Pirineos, la basílica de la Virgen de la Peña, preside, impresionante, la imagen de la capital de la comarca de la Ribagorza. Saliendo del casco antiguo nos encontramos con un puente medieval, conocido como puente de Abajo, y el monumento al político y intelectual, Joaquín Costa, que nació y murió en Graus. Tome aire con tanta monumentalidad y patrimonio y déjese seducir por la famosa longaniza de Graus, o pruebe alguno de los platos realizados con la reconocida internacionalmente trufa negra de Graus.

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