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Ivorra

Grandioso paisaje desde la Torre

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Ivorra es una de esas poblaciones conectadas solo por carreteras secundarias. Su emplazamiento en pleno altiplano de la Segarra le confiere la personalidad de un rincón con carácter. Se llega al casco urbano contemplando el extenso paisaje de campos de cebada y trigo sorteando suaves relieves y las cuencas de la Ribera de Sió y del torrente de Ivorra.

Las casas se concentran en una colina en la cima de la cual se conserva la trama de calles de la antigua villa medieval. Así, poco a poco y en trayectoria circular, el viajero llega a lo alto de la población empapado ya de la pátina histórica que aún retiene. Si bien la muralla solo sigue en pie como muro de algunas casas, sí se mantiene uno de sus portales.

La visita la culmina la Torre del Moro, principal herencia del  castillo. Resulta impagable la panorámica desde su atalaya. Se abre ante los ojos un infinito mar de campos labrados y tejados color ocre integrados al territorio.

Bajo la torre, la cisterna de la fortaleza demuestra que este fue un enclave importante en el siglo XIII.  Ya de vuelta, en las afueras, Ivorra regala al viajero el santuario del Sant Dubte, histórico centro de peregrinaje.

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