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Monterrei

Toda una fortaleza

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La niebla, como una sábana, cubre con delicadeza un valle en el que el sol no ejerce como astro rey. La bruma le ha ganado la batalla y deja, en contadas ocasiones, que sus rayos perturben la imagen mágica, soñadora que acompaña, por los siglos, el paisaje. Un paisaje anclado en el tiempo como las piedras que nos recrean el glorioso pasado de Monterrei, del que se dice fue la cuna de la nobleza gallega, porque a lo largo de su historia se asentaron algunos de los más poderosos linajes como los Ulloa, Zúñiga, Biedma, Fonseca,  Acevedo o los Duques de Alba.

Monterrei, al sur de Ourense y muy cerca de Portugal, se encuentra en el fértil valle del mismo nombre que riega las aguas del río Támega y que produce uno de los mejores vinos gallegos. La ciudad es conocida, además de por su vinos, por tener la fortaleza más grande de Galicia y un rico patrimonio, en el que podemos encontrar vestigios de la cultura megalítica, castrexa (cultura que se desarrolló, desde finales de la Edad del Bronce hasta principios de nuestra era en el noroeste de la península) y romana. Hermosos pazos que delatan el pasado noble de la villa, como A Limia y Blanco Raxoi, y por supuesto la fortaleza que alberga entre sus muros el castillo de los señores de Monterrei. A comienzo del siglo XVI los condes de Monterrei disfrutaban de una posición privilegiada, porque su soberbio palacio amurallado defendía la frontera con Portugal, y rivalizaba en esplendor con los demás castillos del reino. Pero, algo le diferenciaba del resto, un signo de distinción del que carecían los demás, dos torres del homenaje. La visita a la impresionante fortaleza nos llevará un buen rato pero si dispone de tiempo, a  tres kilómetros, se encuentra otra joya de Monterrei, la iglesia prerrománica de Santa María de Mixós, en cuyo interior se conservan murales medievales y monumentos funerarios romanos. 

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