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Parada de Sil

Donde los eremitas hicieron Parada

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Estamos en la Ribeira Sacra, uno de los paisajes más deslumbrantes de Galicia, que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Pero lo de “sagrada” no le viene por su descomunal belleza, sino por la cantidad de monasterios, prioratos y lugares santos que se llegaron a fundar aquí en la Edad Media. Uno de esos cenobios fue el monasterio benedictino de Santa Cristina, en el ayuntamiento ourensano de Parada de Sil. Unas ruinas que a pesar de su castigada historia han llegado al presente cargadas de grandeza, romanticismo y valor artístico. La visita a este conjunto histórico que se cree fundado en el siglo IX a partir de una comunidad eremítica es obligada visita. El monasterio de Santa Cristina está enclavado en lo alto de un meandro del Sil, el gran y caudaloso afluente del Miño, donde este bordea la península que forma el monte Varona, tapizada por un antiguo castañal. Al cenobio se llega desde el pueblo de Parada de Sil pasando por el de Castro, próximo a las hermosas ruínas.

Hoy Parada ha sucumbido a la agonía del campo y el envejecimiento de su escasa población, pero su valor patrimonial y medioambiental son indiscutibles. De hecho, arquitectura, arte popular y naturaleza van de la mano en cada rincón. En Horcas permanecen en pie un puente medieval y un crucero notable, mientras que en Cimadevila, Teimende y Couto hay “petos das ánimas”, lugares tradicionales de ofrenda por las almas de los difuntos atrapados en el Purgatorio. En Pradomao sobrevive una calzada romana cerca de una playa fluvial. Y en Triguás, próximo a una ermita, existe un magnífico mirador de la Ribeira Sacra.

Otro mirador célebre, el de Os Torgás, también llamado los Balcones de Madrid, está en las inmediaciones del Pozo do Lobo, una ancestral trampa contra los cánidos salvajes que atacaban los rebaños en un municipio que, en tiempos, fue eminentemente ganadero. El río Mao, tributario del gran Sil, acompaña una ruta que parte de una antigua fábrica de luz y discurre por una pasarela de madera. Y en San Andrés hay un souto, o castañal, con árboles que guardan en sus troncos historias de varios siglos. Cerca de otro castaño, esta vez milenario, en la aldea de Entrambosríos, se conservan una serie de molinos. Mientras tanto, aquí y allá, trepando por las laderas de las montañas que encajonan los ríos, el marco a tanta belleza natural lo ponen los viejos viñedos cultivados en terrazas.

Además de estas visitas, el Ayuntamiento propone dos rutas de BTT y cinco de senderismo: de Parada de Sil al Monasterio de Sta.Cristina, de Santa Cristina a los Balcones de Madrid, por el cañon del río Mao, por los cañones del Sil y el camino de A Feira a Barantes.

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