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Pastrana

La enigmática sombra de la princesa de Éboli

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La fama de Pastrana (Guadalajara) se catapultó tras la serie de televisión emitida hace algunos años sobre la princesa de Éboli, encarnada por Belén Rueda. Porque doña Ana de Mendoza y de la Cerda, conocida como princesa de Éboli y duquesa de Pastrana, es la personalidad de mayor relevancia histórica en el desarrollo de esta villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico. Su identificación es fácil. Se trata de una enigmática dama retratada con un vestido de cuello cervantino y un parche en el ojo derecho. Dicen que era de personalidad altiva, amante del lujo, protagonista de amores revueltos y de numerosas conspiraciones y tramas en la Corte de Madrid.

Se casó a los 14 años con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, y ambos solicitaron la construcción en Pastrana de dos conventos de las Carmelitas Descalzas, uno para mujeres y otro para hombres. Cuenta la historia que Ana de Mendoza era muy caprichosa en el diseño y distribución de los conventos, por lo que mantuvo serios roces con santa Teresa de Jesús, fundadora de la orden. La princesa se hizo monja tras la muerte de su marido e ingresó en el convento, pero la dura vida monacal no la convenció. Pasó poco tiempo entre sus muros antes de regresar a lo suyo, a la Corte de Madrid.

Pero en Pastrana sobreviven aquellos dos conventos, el convento del Carmen y el convento de San José. Sobrevive también el Palacio Ducal, de estilo renacentista del siglo XVI, proyectado por Alonso de Covarrubias. El rey Felipe II ordenó el confinamiento de la princesa de Éboli en este palacio tras descubrir una conspiración palaciega entre Ana de Mendoza y Antonio Pérez, secretario del rey Felipe II. Ana de Mendoza estuvo prisionera desde 1581 hasta su muerte, atendida por una de sus hijas.

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