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Casco viejo con gran encanto y mucho teatro
Entrar en Tàrrega es hacerlo a un mundo nuevo que de repente deja atrás la infinita llanura cultivada del Urgell. La animada capital comarcal se erige sobre un leve desnivel hacia el río Ondara, en medio de campos de cebada, almendros y olivos. El núcleo urbano, protegido por las suaves lomas de Cercavins, l'Ofegat, Sant Eloi y del Mor, se encierra como un auténtico refugio en callejones y plazas con un buen encanto medieval en torno al castillo.
Cada calle y barrio de la ciudad espera al viajero con ambiente propio. Desde la fortaleza, la vieja Tàrrega extendió las primeras calles de una villa que ahora son un enjambre de callejones empedrados y rincones llenos de historia. Son la trama antigua de las calles Ballesters, Sant Agustí, de les Sitges o la Plaza Sant Mateu. A partir de este núcleo inicial, la población creció hacia la Plaza Mayor, donde se levantó la iglesia. Santa María de l'Alba es un templo de corte neoclásico construido sobre su predecesor gótico, del que se han conservado las dos estatuas del portal. En la misma plaza se encuentra la Paeria, cuyo edificio se erigió en 1674.
La población venera de forma especial el Sant Crist Trobat, un crucifijo de orfebrería de 29 metros de altura encontrado en el siglo XVII bajo el altar de Sant Erasme. Paseando por los pórticos de la coqueta Plaza Mayor y sus calles colindantes la historia se revela a cada paso. La calle Mayor, con edificios señoriales como Cal Perelló, conserva el halo combinado de historia y comercio que la hacen un polo de actividad cultural, económica y social. Muy cerca, la Plaza Sant Antoni, cuadrada y con soportales en tres de sus costados, ofrece un encanto especial. Uno no puede sino sentarse en una de sus terrazas y degustar la Tàrrega medieval.
El paseo debe completarse con la visita a joyas patrimoniales como la Casa de los Marqueses de la Floresta, edificio de origen románico con una bella fachada ornamentada, y la Casa de los Sobies, del siglo XVI. Un itinerario señalizado da detalle de cada una de las paradas obligadas. La población tiene una gran vida asociativa y festiva, lo que confiere a sus calles un ambiente animado que llega a su cénit a principios de septiembre durante Fira Tàrrega, un certamen de teatro de calle de prestigio internacional.