Iglesia de Santa María de la Purificación

Bossòst, Lleida/Lérida

Qué ver

Construida de chocolate, Hansel y Gretel podrían haberse perdido por esta iglesia. Una pingüe sorpresa se hubieran llevado cuando hubieran descubierto que dentro, lejos de chucherías y chimeneas, había preciosos retablos, pies de altar románicos, una bellísima cruz procesional de plata o un conjunto de telas del siglo XVII pintadas con escenas de la pasión de Cristo. Arte y más arte para unos niños asombrados.
Se hubieran quedado ‘de piedra’ al observar que esos apetitosos muros no son dulces sino que las tres naves están recorridas por bellísimos sillares a los que el románico les ha cedido la pureza. Es difícil imaginarse esta iglesia fuera de una postal o de un cuento o de una idílica portada de algún libro sobre pintura de paisajes.
Sus diferencias suman en contrastes. La torre cuadrada destaca entre la nave central y el ábside circular, dándole un aire catedralicio a nuestra pequeña iglesia de cuento románico. Protegida por el verde monte en verano y la falda blanca que este se pone en invierno, no ha lugar a más belleza. Ni siquiera el casco histórico serpenteante entre la naturaleza pirenaica y las casas bajas compuestas en hilera consigue hacerle un poco de sombra. Ella se eleva por encima del perfil de iglesia convenciendo a católicos y agnósticos de que es algo más, un reducto de arte en medio de la naturaleza norteña.