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Torre Agbar

Barcelona, Barcelona

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Cuando cae la noche, la ciudad no duerme. Late. Por ello, las luces intentan convertirse en el foco que guía tras el ocaso. Primero, la torre Agbar nos aporta cercanía porque utiliza el rojo para decorar sus pisos inferiores. A medida que levantamos la vista, los colores se tornan más fríos quizás por alejarse de la calidez de las entrañas de la tierra. Se deja paso a un azul que quiere hacernos recordar la presencia del mar Mediterráneo. El rascacielos, que no tiene esquinas sino curvas, es un cilindro que se levanta hacia el cielo en un intento por sujetar el gran “techo” de nubes y estrellas. Al ser uno de los edificios más altos de la ciudad, utiliza sus más de 140 metros para sostener ese espejo celeste en el que se mira todos los días la gran urbe. No solo es tonalidad y reflejo, la torre también es modernidad. Realizada en cristal, preside les Glòries Catalanes desde principios del siglo XXI. Es posible que esta singular arquitectura, que nos acerca al futuro más desconocido, contraste con el edificio de la “farinera del Clot” ubicada en la misma plaza. La que llegó a ser una de las harineras más importantes de Cataluña, hoy convertida en centro cultural, desprende un estilo más tradicional entre las olas de las nuevas construcciones. Precisamente, la torre Agbar habla de futuro en su lenguaje lumínico, al mismo tiempo que refleja el presente sin olvidar el pasado.

Contacto

Localización

Plaza de les Glòries Catalanes. Barcelona