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Playa de Gulpiyuri

Llanes, Asturias

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El camino que conduce hasta ella, ya sea desde Naves o desde la playa de San Antolín, parece indicar al viajero que ante él se encontrará ante el típico lugar hippie, bonito pero sin mayor interés. Pero hay más, tras esa senda en tierra de nadie. Una vez se ha accedido a la playa de Gulpiyuri, la sopresa es que hay mar pero no se ve el mar, sino una abertura en la pared rocosa por la que penetran las aguas del golfo de Vizcaya. Naturalmente, la profundidad es tan pequeña que sólo se puede uno bañar tumbado. Aún así, hay que quitarse el sombrero ante semejante obra de la Naturaleza. La gruta que comunica el golfo con la playa es muy estrecha, pero parece suficiente para que el viento y la fuerza de las olas produzcan un sonido característico, mientras las plantas colindantes, de un verde perenne, peinan el viento que emana de la fisura petrea; como si algo importante estuviera a punto de suceder... Y sucede: la belleza de Asturias no conoce fin.