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Playa de Arenas Blancas

Frontera, Santa Cruz de Tenerife

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Hay quien prefiere la comodidad de una playa que le ofrezca todos los servicios y que le abra su arenal a pocos pasos del apartamento, y hay a quien no le importa sacrificar esas facilidades a cambio de sentirse un pionero y no compartir su baño más que con el océano que tiene delante. Para estos últimos, La Frontera tiene reservado un rincón: la playa de Arenas Blancas, cuyo paisaje rocoso y solitario puede hacer que nos sintamos astronautas por un día, un Neil Armstrong que pone el pie donde nadie lo ha hecho antes. Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para el bañista vocacional.
Pese a ser, como publicita su nombre, la única playa de arena blanca de El Hierro, solo los que aprecian su tranquilidad y su estado salvaje la suelen frecuentar, por lo que podremos gozar de ella casi en exclusiva. Una alfombra de 50 metros de largo, mitad rocosa, mitad gravilla, con unos granos de arena que el tiempo y las olas se encargaron de moler. Porque aquí las corrientes soplan fuerte, aptas solo para los más intrépidos, aquellos días en que el viento impone su ley. Arenas Blancas no necesita un paseo marítimo ni tampoco un acceso más sencillo: el que la quiere, la encuentra.