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Es una de las joyas de Cantabria. Única e irrepetible, el mar se funde con los prados verdes en la pleamar. Es recomendable consultar el horario de las mareas: en marea alta, apenas nos queda un pequeño tramo de arena para dejar la toalla y el aforo se reduce notablemente. Sin embargo, cuando la marea comienza a bajar, la playa se extiende hacia el mar y entre los diversos vericuetos que forman sus rocas kársticas, siempre tendremos un buen sitio para disfrutar de esta maravilla de la naturaleza. Es tan pintoresca que tiene un puente natural de roca por el que se cuelan las olas los días que bate la mar.