La ensaladilla rusa sigue siendo de las mejores de la capital, las croquetas de cecina tremendas de sabor y cremosidad, casi etéreas. Todos los platos resultan sabrosos y equilibrados. Aquí se come de maravilla y al estilo slow food porque las prisas están prohibidas. Al propietario le gusta atender personalmente las mesas. El trato cercano y profesional es un añadido, se cuidan los detalles de principio a fin, y se dignifica el producto evitando guarniciones y salsas para dejarle todo el protagonismo. Los postres delicados y con el justo dulzor. El brownie de chocolate belga es un espectáculo. Y siempre tienen vinos interesantes para acompañar.
Localización
Calle Simancas nº 12, 28029