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Ruta por el Parque Sierra de Guadarrama, Madrid. Miradoes de Los Poetas.

Rutas de senderismo en Madrid y alrededores

7 excusas para echarse al monte madrileño

Actualizado: 15/05/2022

Los amantes de la naturaleza y el deporte viven en las primeras semanas de la primavera su época predilecta, ya que durante esos días las rutas de senderismo en Madrid estallan en color y actividad. Aquí se propone una serie de rutas de diferentes exigencias, en las que solo es necesario madrugar y calzarse las botas para respirar aire limpio mientras se ejercita el cuerpo en el monte.

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1. La Ruta de los Miradores

La Ruta de los Miradores en Cercedilla resulta un plan ideal para quienes quieran apreciar las virtudes de la sierra madrileña que inspiraron a literatos como Vicente Aleixandre, Antonio Machado o Camilo José Cela. Esta ruta de senderismo en Madrid, especialmente recomendable para quienes se están iniciando en esta afición, ofrece algunas de las mejores panorámicas que se pueden tener del Valle de la Fuenfría, estampas a las que les acompañan algunas de las citas más célebres que aquellos genios que encontraron las musas entre estos pinos centenarios. Apenas nueve kilómetros, marcados con puntos naranjas desde su inicio en el aparcamiento de Majavilán (Carretera de las Dehesas, 5), concentran la combinación perfecta de naturaleza y cultura, añadiendo valor a un entorno mágico de por sí.

El Mirador de Vicente Aleixandre, dos zancadas para tener el valle a los pies.
El Mirador de Vicente Aleixandre, dos zancadas para tener el valle a los pies. Foto: Hugo Palotto

2. Hayedo de Montejo

Disfrutar de un bosque más propio del norte de Europa que de las latitudes que comprenden el centro de la península es posible en Montejo de la Sierra, donde su hayedo se ha convertido en uno de los destinos predilectos para los amantes de la naturaleza en Madrid. El Monte de El Chaparral es el hogar de esta especie vegetal, que encontró en estas 250 hectáreas el enclave apropiado para su proliferación. Es por este espacio por donde discurre una ruta de unos tres kilómetros, paralela al río Jarama, en la que tanto los senderistas más experimentados como los neófitos -especialmente recomendable para iniciar a los niños en este deporte- se fascinan con los colores que las hayas van adquiriendo conforme se suceden las estaciones.

​  Hayedo de Montejo. Madrid  ​
La belleza de las hayas cautiva a mayores y pequeños. Foto: Hugo Palotto

3. Peña del Cuervo

El ascenso hasta el mirador de la Peña del Cuervo discurre por uno de los senderos más enigmáticos de toda la Sierra de Guadarrama, un entorno bautizado por algunos montañeros como Les petites pyrénées. Para llegar hasta este paraje poco habitual, ya que la biodiversidad de la zona es propia de regiones más frías y húmedas, hay que llegar hasta el área recreativa de las Lagunillas (perteneciente al municipio de Lozoya), desde donde parte la ruta que llega al mirador.

Esta zona es conocida por los montañeros como Les petites pyrénées de la sierra de Guadarrama.
La vista desde el Mirador de la Peña del Cuervo no olvida fácilmente. Foto: Alfredo Cáliz

A lo largo del camino se suceden las grandes formaciones de cuarcita y pinos silvestres, cuyas ramas parecen estar siempre sometidas a las fuertes corrientes de viento que azotan estas cumbres. Ya en el destino final de este camino, los senderistas atisban la lejana Sierra de Ayllón o las cumbres de Peñalara el Macizo de Cabezas de Hierro, una vista que perdurará en el recuerdo de quienes coronen la Peña del Cuervo.

Ante nosotros, retorcidos pinos, cubiertos por un gélido atuendo de centelleo, se inclinan rindiendo pleitesía al Valle.
Las fuertes corrientes han retorcido las ramas de los árboles durante años. Foto: Alfredo Cáliz

4. Cascada del Hervidero

A solo un paso de la capital, entre las poblaciones de San Agustín de Guadalix y Pedrezuela, se encuentra uno de los espacios naturales más accesibles de la provincia. La ribera del río Guadalix es uno de los puntos predilectos para poder observar un estallido de naturaleza en el que los patos crean sus nidos bajo rosales silvestres, escaramujos y majuelos, creando una postal que parece sacada de un cuento infantil. Caminando junto al río, en pocos kilómetros se llega a la Cascada del Hervidero, un salto de agua que anticipa una playa fluvial en la que poder hacer un alto en esta ruta para descansar y reponer fuerzas mientras el estruendo del agua hipnotiza a los senderistas.

Las pequeñas cascadas al fondo de la charca brindan un sonido muy agradable.
El estruendo de la cascada reconforta durante la parada de rigor. Foto: Víctor Fernández-Peñaranda

5. La Senda de las Pesquerías Reales

A veces los caprichos de la realeza se convierten en objeto de disfrute para quienes no llevan sangre azul en sus venas. Esto es lo que ocurre en la Senda de las Pesquerías Reales, un espacio que, a pesar de encontrarse fuera de los límites de la Comunidad de Madrid, es uno de los recorridos más transitados por los senderistas madrileños. El rey Carlos III mandó construir una serie de accidentes en este tramo del río Eresma, para así poder dar rienda suelta a su afición a la pesca a pocos metros del Palacio de La Granja. Pasado el tiempo, lo que en su día fue espacio de recreo real, se ha convertido en un agradable paseo por la Sierra de Guadarrama, un lugar donde los turistas caminan junto a pinos, robles y vacas embelesados por la belleza natural que cautivó al monarca.

Carlos III construyó las pesquerías reales en plena Sierra de Guadarrama para dar rienda suelta a su pasión por la pesca.
Carlos III practicaba la pesca en la Senda de las Pesquerías Reales.

6. Variantes para recorrer el monte madrileño

Una salida canina

Para aquellos que cuentan con la fiel compañía de un amigo canino pocos placeres se comparan a disfrutar del monte junto a su inseparable camarada. ‘Matucan’, empresa especializada en educar perros, ofrece a sus clientes la posibilidad de adherirse a alguna de las marchas que organizan por la Sierra de Guadarrama, unas rutas en las que la relación y confianza entre dueño y cánido se afianza gracias a los trucos que sus responsables desvelan.

Grupo de personas con perros por la Sierra de Guadarrama, Madrid.
Estas rutas estrechan la relación entre perros y dueños. Foto: Alfredo Cáliz

Los olores del campo estimulan el olfato de los perros, acostumbrados a olores urbanos, que no paran de sorprenderse con los nuevos rastros que encuentran a cada paso mientras sus dueños descubren cómo identificar el estado de ánimo del animal en cada momento y adecuar su respuesta a las necesidades del can. Una forma divertida de combinar naturaleza, senderismo y educación canina en lo que lo único que se viene a la mente al terminar el recorrido es establecer la fecha de la próxima salida.

Señora con su perro en la Sierra de Guadarrama.
Los perros se ven estimulados por los nuevos olores del campo. Foto: Alfredo Cáliz

‘Correandar’ la sierra

El puerto de la Morcuera es uno de los puntos más afamados de la Sierra de Guadarrama y el punto de origen que el Club de Trail Las Cabras Azules tiene establecido para cubrir la ruta de La Cuerda Larga. Un recorrido donde es habitual encontrar a senderistas disfrutando del monte, pero que los miembros de este club conquistan para hacer un alarde de energía y derroche físico al cubrir unos 25 kilómetros a un ritmo más alto.

Corredores Sierra Guadarrama
'Correandar' por la Sierra de Guadarrama crea afición al monte. Foto: Alfredo Cáliz

La modalidad del ‘trail’ va ganando protagonismo en las rutas de la sierra madrileña, un deporte cuya principal virtud reside en disfrutar de entornos naturales privilegiados al tiempo que se ejercita el cuerpo con intensidad. Las Cabras Azules son expertos en él y por ello sus grupos cada vez son más numerosos. Ellos son los encargados de gestionar estas salidas en base al nivel y experiencia de los participantes, creando una afición en quienes se acercan a ellos de la que es difícil despegarse una vez se ha probado a correandar a más de 1.700 metros de altura.

Corredores Sierra Guadarrama
Nada como una fruta fresca para reponer energías tras el esfuerzo. Foto: Alfredo Cáliz

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