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Sanfermines

Pamplona/Iruña, Navarra

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Son las doce menos cinco de un seis de julio cualquiera y frente a la fachada del ayuntamiento de Pamplona no cabe un alfiler. En la multitud de mozos vestidos de blanco se palpa una expectación creciente, con los pañuelos rojos en las muñecas queriendo liberarse y dar comienzo a la Fiesta. Fiesta así, con mayúscula, tal como Hemingway la describió en la novela que contribuyó a colocar a los Sanfermines en el mapa internacional. Fiiiiiiiissss…. ¡¡¡¡booooom!!! De repente, suena un chupinazo. En la multitud explota toda la alegría contenida y los pañuelos se alzan formando un toldo rojo sobre la plaza. Pronto se anudarán en los cuellos de ellos y ellas: es la señal de que durante los siguientes días Pamplona deja de ser una ciudad más para convertirse en la capital mundial de los festejos.

Los orígenes de las celebraciones pamplonesas en honor a San Fermín se remontan a la Edad Media, igual que los encierros con que acabarían fundiéndose. Con los siglos, no han hecho más que ir creciendo y añadiendo tradiciones, como las comparsas de gigantes y cabezudos, las charangas, los inevitables pintxos, los fuegos artificiales al caer la noche, el toque de diana al alba... Los reclamos son casi incontables. Sin embargo, el epicentro siempre serán los encierros que a las ocho en punto se corren entre los corralillos de la cuesta de Santo Domingo y la plaza de toros, pasando por vías míticas como La Estafeta. Deben de existir pocas cosas tan intensas como el conjunto de emociones que cada 7 de julio se concentra aquí, en menos de tres minutos. Es el tiempo que va desde los canticos a San Fermín para pedir su protección, justo antes del encierro, y el momento en que los seis toros y seis cabestros liberados cruzan a la carrera las puertas de la plaza, rodeados de corredores.

Este mismo ritual se repetirá puntualmente durante siete días más. Y entonces, un 14 de julio, alguien recitará un mantra triste y el hechizo se romperá: “Pobre de mí, pobre de mí, se han acabado las fiestas de San Fermín”.

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Calle de la Estafeta, 2 31001 Pamplona Navarra