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Alustante

Un tesoro en la iglesia

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La historia de este pueblo del Señorío de Molina está ligada a la ganadería. Tierra de mulas y de ganado lanar y sobre todo tierra de ganaderos trashumantes, que dirigían sus reses a las cálidas tierras del sur de Castilla y Andalucía (Jaén). Además se trabajaba la madera y las puntas de lápiz piedra. Las primeras referencias de Alustante aparecen en el medievo, allá por el siglo XII, definiéndola como parroquia aldeana del arciprestazgo de Molina de Aragón, de la que  se independizó en el siglo XIX.

Pueblo de pocos habitantes, como dice el dicho “Alustante, que con pocos hay bastante”, de alta montaña, de clima riguroso en invierno y en verano, rodeado de picos entre 1.700 y 1.800 metros de altura, fue aduana entre Castilla y Aragón. Debemos visitar su iglesia parroquial, consagrada a Santa María de la Asunción, una construcción del siglo XVI, con portada y retablo mayor renacentista, que cuenta con las capillas de la Epístola y sus tallas del Nazareno y el Ecce Homo, y la del Cristo de Alustante; con torre, que en su interior tiene una escalera de caracol. Entre sus joyas, la cruz procesional de Alustante, del orfebre saguntino Jerónimo de Covarrubias.

También son destacables las casonas de los ganaderos (del siglo XVI al XVIII) con sus peculiares rejerías y la Casa Lugar, hoy ayuntamiento, y antaño tienda, espacio de reuniones del concejo, baile, escuela… Parte de su término municipal está dentro del Parque Nacional del Alto Tajo.

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