En la inmensidad de la llanura manchega las viñas se suceden, mientras de vez en cuando aparece una casa aislada, un pequeño montículo, un cartel publicitario, una gasolinera o un pueblo con un encanto especial. Es el caso de Arenas de San Juan, donde la tranquilidad es la marca de la casa y los sobresaltos sólo los encontramos paseando y en forma de iglesia románica, Nuestra Señora de las Angustias, casas de hidalgos -Casa de la Tercia- o puentes construidos por romanos para salvar el río Cigüela. A mediados de junio, Arenas de San Juan se despereza y el pueblo es una fiesta en honor a San Bernabé y un poco más tarde, en julio, sigue la fiesta en honor a la Virgen del Carmen.
El priorato de San Juan se hizo cargo del pueblo en la Edad Media, por lo que Arenas adoptó este sobrenombre.