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Barromán

El torreón que se disfrazó de campanario

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Barromán es una población que no alcanza los 200 habitantes, junto al río Zapardiel (tristemente seco, salvo diluvio), a 7,4 kilómetros de Madrigal de las Altas Torres, en la carretera que conduce a Arévalo. La distancia hasta la capital de la provincia: 74 km.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción retrata en arquitectura los avatares históricos de la zona. Su elemento más original es el campanario superpuesto a una vieja torre guerrera de planta semicircular. Aún se discute si se trataba de una atalaya o un pequeño castillejo.

Ese primer elemento puede datar del siglo XII, de apenas unas décadas después de reconquistado este territorio al sur del Duero. Los campesinos de repoblación construían esas modestas torres mudéjares para defenderse de las razias musulmanas. Definitivamente empujada hacia el sur la frontera, levantaban a su lado la iglesia para aprovechar la vieja torre. El templo de Barromán se amplió y renovó por completo en el siglo XVI, aunque en la zona de la sacristía se conservan ornamentos mudéjares típicos de la comarca como arquerías y frisos de ladrillos en esquinillas.

Tierra mucho más campesina que ganadera, aunque aún resiste algún rebaño de ovejas. De ahí que una de las fiestas con más arraigo sea San Isidro Labrador, el 15 de mayo.

Barromán se enclava en la zona especial de protección de aves (Zepa) de Tierra de Campiñas, la mayor de la comunidad autónoma, con más de cien especies desde aves acuáticas como los ánades que habitan los lavajos (los que resisten, la mayoría pasan sed por el descenso del manto freático) a aves esteparias como la avutarda (el animal más pesado capaz de remontar el vuelo) o rapaces y carroñeras como el halcón peregrino, el cernícalo primilla o el milano real. Y una joya recuperada desde hace pocos años: el espectacular elanio, de ojos rojo rubí y silueta estilizada.

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