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Benidorm

Rascacielos y tradición

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El cariñoso apodo de 'Beniyork' no puede ser más adecuado, porque desde que se llega a la ciudad resulta difícil dejar de mirar hacia el cielo. Es la segunda ciudad española, por detrás de Madrid, con más rascacielos de 150 metros, entre hoteles y edificios de apartamentos acristalados. Pero Benidorm tiene dos caras, tanto en su línea de costa como en sus calles.

Por el casco antiguo se dejan ver las casas encaladas y de poca altura propias de su pasado de pueblo pesquero. Dejándolas atrás y en dirección al mar se puede ver enseguida la cúpula azulada de la iglesia de San Jaime, donde descansa una imagen de la Virgen del Sufragio, patrona de la localidad. Y de ahí hay un paso al Balcón del Mediterráneo, característico mirador levantado donde solía alzarse la fortificación que defendía la zona del ataque de piratas, desde el cual se puede acceder al puerto y a la cala del Mal Pas. Además, es la 'bisagra' que une las dos famosas y tan diferentes playas de Benidorm. Por un lado está Levante, conocida en toda Europa por su ajetreado ambiente diurno, pero, sobre todo, por el nocturno, con bares y locales frecuentados por grupos de jóvenes, (que también invaden la localidad a finales de julio con motivo del Low Festival). Por el otro, está Poniente, más tranquila e ideal para acudir con la familia y los niños, que también tienen su particular zona de recreo, con hasta seis parques temáticos en los alrededores, como Terra Mítica o Mundomar.

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