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Borobia

Montaña celta y lluvia de estrellas

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El origen celtíbero de Borobia (derivado de “Virovias”) se comprueba en las monedas de gran valor arqueológico que fueron acuñadas en este lugar en torno al siglo I antes de Cristo. Después llegaron los romanos, de cuya época se conservan tres estelas funerarias de los siglos I y II d. C., hoy custodiadas en el Museo Numantino. Curiosamente, estas tablas talladas con la figura de un jinete a caballo muestran una interesante fusión entre la cultura celtíbera -que ensalzaba a los guerreros a caballo- y la romana. La situación estratégica de Borobia hizo que en la Edad Media fuera disputada por los dos grandes reinos de Castilla y Aragón, ansiada por sus reyes y repartida a sus nobles más destacados, como la familia castellana de los Hurtado de Mendoza a finales del siglo XIV.

Entre sus monumentos se encuentran grandes tesoros arquitectónicos, como la iglesia gótica de Nuestra Señora de la Asunción, cuyo suelo está cuajado de losas y pudo ser originalmente capilla funeraria. En su altar mayor yace la familia Luna, que fue amnistiada por el rey Juan II de Castilla después de ordenar ajusticiar a don Álvaro de Luna en Valladolid. Sus hermanos, Condestables de Castilla, recibieron Borobia y la dehesa de Tablada y pidieron ser enterrados en el mausoleo donde se reconoce su blasón. También tiene interés la ermita de Nuestra Señora de Todos los Santos, construida en el año 1200 por Santo Domingo de Guzmán y reformada en el siglo XVIII, que reúne en romería a los vecinos de poblaciones cercanas cada tercer fin de semana de agosto.

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