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Córdoba

Suspiros y asombro en la antigua capital del mundo

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Los títulos a veces se quedan cortos para definir en toda su extensión las maravillas de una ciudad. Eso ocurre al enunciar que Córdoba, simplemente, es Patrimonio de la Humanidad. Tal vez los suspiros de los visitantes al pasear por la ciudad sean más contundentes que esa preciada declaración de la Unesco. Porque perderse por el gigantesco casco antiguo de Córdoba, único y milenario, es una experiencia memorable.

Vaya por delante que el casco histórico de Córdoba se divide en dos partes bien diferenciadas: la villa o antigua Medina musulmana y la Axerquía o barrio oriental. Dentro de la villa podemos establecer tres zonas: el centro comercial, el entorno de la Mezquita-Catedral y el barrio de San Basilio. La Mezquita-Catedral es el monumento más esplendoroso de la época musulmana en todo Occidente, y su completa descripción ha sido objeto incluso de enciclopedias. Muy próxima a ella se encuentra la antigua judería, en la que se puede visitar la Sinagoga y la Casa de Sefarad. En el casco antiguo se sitúa también el Alcázar de los Reyes Cristianos y los antiguos baños califales. Rodeando el perímetros del casco histórico se encuentra la muralla romana, que conserva tres puertas: la Puerta de Almodóvar, la Puerta de Sevilla y la Puerta del Puente.

Sin salir aún del casco, Córdoba atesora importantes edificios palaciegos. El Palacio de Viana, el Palacio de la Merced, el Palacio de Orive, el Palacio de los Aguayos, el Palacio de los Luna y el Palacio del Duque de Medina Sidonia son algunos ejemplos. Sería larguísimo citar el número de iglesias fernandinas presentes en la ciudad. Baste decir que suman doce en total. Fueron mandadas construir por Fernando III El Santo tras la reconquista de la ciudad, en el siglo XIII. En las afueras de Córdoba, a unos 8 kilómetros, se encuentra Medina Azahara, un mítico conjunto monumental. Es como el Versalles de la Edad Media. Una ciudad compuesta en su tiempo por palacios que mandó edificar el califa cordobés Abderramán III.

Los patios cordobeses son otra de las maravillas que atesora Córdoba. El festival que se celebra en mayo ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco. Se trata de un concurso en el que los participantes abren gratuitamente sus patios para que puedan ser visitados dentro de un horario establecido. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la dominación romana dejó en Córdoba una espléndida herencia encabezada por el Puente Romano. No está solo. Le acompañan el Templo Romano, el Teatro Romano y el Mauselo Romano, entre otros elementos.

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