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Galindo y Perahuy

Una oda a los antiguos oficios

A 22 kilómetros al Oeste de Salamanca y compuesto por hasta 11 localidades (El Encinar, Escobos, Galindo y Perahuy, La Rad, Miranda de Pericalvo, San Benito de Valmuza, Campo Charro, Pericalvo, Torre de Martín Pascual y los núcleos despoblados de Santo Tomé de Colledo y San Justo de Valmuza), se halla el municipio de Galindo y Perahuy que, pese al reducido tamaño de su núcleo urbano principal, ha visto incrementada su población en los últimos años, especialmente en la urbanización de La Rad, donde incluso se puede encontrar una iglesia dedicada a la Santísima Virgen y una antigua ermita, ya cerrada al culto, donde se rezaba a Santa Bárbara.

Rodeado de fincas rústicas serpenteadas por caminos municipales que son una buena invitación al paseo, del centro de Galindo y Perahuy cabe destacar especialmente su iglesia de Santo Tomás Apóstol, patrón del municipio. El templo, situado frente al ayuntamiento, se construyó en 1835, y anteriormente los fieles acudían a un convento situado en Santo Tomé, del cual se conserva la pila bautismal románica del siglo XI que hoy luce en esta iglesia. Pero éste no es el único elemento traído desde otra iglesia, puesto que en el interior de la misma también podemos encontrar un cuadro de la Virgen Purísima —copia de uno que se encuentra en el convento de las Agustinas e iglesia de la Purísima de Salamanca, y que parece ser de la escuela de José de Ribera—, que, por lo visto, habría sido traído de otro convento agustino que habría estado situado en Miranda de Pericalvo. Aunque en un pasado la iglesia de Santo Tomás Apóstol contó con varios retablos, actualmente apenas luce un Cristo y el sagrario del último retablo que tuvo y que se quemó. Mientras que la mayor parte del templo es del siglo XIX y de piedra, su campanario fue reconstruido tras caerse hace algunas décadas.

Otro de los puntos de interés de Galindo y Perahuy es El Corralón, un negocio de turismo rural que en su interior esconde el Museo de Labranza, que puede ser visitado por aquellos que se acerquen hasta el municipio. Allí se puede encontrar, en una antigua casona, diferentes espacios dedicados a los oficios de antaño, pudiéndose ver desde un horno de pan hasta una fragua, además de una colección de antiguos aperos. En este lugar, entre los meses de junio y julio, se celebra el Día de los Oficios Tradicionales, una fiesta que rememora aquellas labores relacionadas con la vida en el campo y ya prácticamente perdidas.

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