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Güímar

De volcanes y reyes

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Dicen que el valle en el que está situado Güímar y que lleva su mismo nombre se formó al derrumbarse la tierra por su propio peso, cuando salió tanta a través de los volcanes que el suelo no lo soportó y se vino abajo. El valle llega hasta el mar, en forma de costa escarpada, con los grandes barrancos llenando la orilla de las grandes rocas que caen de ellos. En estas tierras indomables vivieron los guanches, en el Menceyato de Güímar, uno de los nueve en los que estaba dividida la isla, bajo el mandato de su Mencey y adorando a la diosa Chaxiraxi que, tras la conquista de los europeos, se identificaría con la Virgen María.

Güímar es ahora un municipio tranquilo en un precioso entorno natural, entre el mar y la montaña, que comprende partes del Parque Natural de la Corona Forestal y del Parque Nacional del Teide, de especial conservación y protección. Por sus calles de fachadas blancas, pero también de colores fuertes, encontramos además numerosos edificios singulares, civiles y religiosos, como la Casa del Paseo o la del Buen Retiro, que dan idea de la importancia que ha tenido esta localidad a lo largo de los siglos, además de muestras de las tradiciones que perduran gracias a las múltiples festividades que aquí se celebran a lo largo del año. En Güímar encontramos la zona de playa, perfectamente equipada para atender a los visitantes, que triplican la población del municipio, pero también otras en las que se trabaja la tierra en parcelas escalonadas, y con más tranquilidad y sosiego para disfrutar de los paisajes paseando por sus rutas.

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