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Horcajo de las Torres

Parada y fonda para el emperador

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Localidad de poco más de 500 habitantes cercana a Madrigal y a la frontera provincial de Salamanca, junto al río Trabancos (cauce transitorio, suele recuperarse en inviernos y primaveras). Dista de Ávila 74,6 km.

Algunos autores sostienen que en los alrededores pudo existir un asentamiento romano, al pie de una calzada secundaria, teniendo en cuenta los hallazgos arqueológicos de esa época.

Pero lo que ayer pudo ser una urbe romana, hoy es un clásico pueblo de llanura en La Moraña, con una iglesia de amplias dimensiones, lo que suele indicar una población abundante en el pasado. Como es norma en la comarca, el templo de San Julián y Santa Basilisa conserva restos mudéjares de la edificación original, previos a la remodelación casi completa en el XVI, en especial la decoración de arcos en dos fachadas, única entre los pueblos próximos, y desde luego la torre. Aunque no la torre actual. La original sucumbió a un incendio en el siglo XX y tuvo que ser reconstruida por completo, perdiendo así la pátina de casi medio milenio de historia.

Afortunadamente se salvó el actual patrimonio artístico. En primer lugar, la obra maestra del artesonado mudéjar (ochavado, de par y nudillo, con decoración de estrellas y mocárabes), recuperado hace pocos años. Felicidades a los restauradores, no se nota que faltaban bastantes fragmentos de la madera original.

Un retablo mayor, tres laterales y un cuarto en la nave sur, el más original de todos, que es de yesería. La pintura central se enmarca en unas originales lacerías policromadas que forman cruces y estrellas de ocho puntas. En el retablo mayor encuentran acomodo varias tallas. Pero una destaca por la naturalidad de la escena: la virgen sostiene en brazos al niño y le ofrece una manzana, aunque la criatura gira la cabeza, pendiente de quien le mira.

Los restos de un molino harinero de grandes dimensiones cerca de la carretera a Rasueros, varias casonas de arquitectura civil tradicional a dos alturas, las bodegas del palacio de los Condes de Miranda donde se alojó Carlos V por una noche, camino de su retiro en Yuste, y parte de la base de la torre de Yecla (una de las tantas atalayas en esta zona de frontera primero con Al-andalus, después con León) completan el álbum arquitectónico.

Además de los sotos que flanquean el Trabancos y algunos pinares isla, río arriba se extienden varios encinares, lo que por aquí se entiende simplemente como ‘el monte’. El término de Horcajo forma parte de la Zona ZEPA de protección de aves más amplia de Castilla y León: Tierra de Campiñas, con más de un centenar de especies, sobre todo esteparias. La más emblemática es la avutarda, considerada el animal más pesado capaz de remontar el vuelo (los machos llegan a alcanzar los 20 kilos). También se ven colonias de aves de presa y carroñeras, desde el elanio de ojos rojo rubí a milanos, cernícalos primilla o águilas ratoneras. En los inviernos lluviosos, la laguna de los Lavajares, cerca de Horcajo, acoge grupos de ánades azulones y rabudos, cercetas o avefrías, aunque por culpa de la colmatación las aves de humedal se mudan al cercano Azud de Ríolobos, ya en Salamanca.