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Laredo

En continua espera de Carlos V

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Rodeada de montes y bañada por el Mar Cantábrico, en esta ilustre y marinera villa cántabra se recuerda cada mes de septiembre el desembarco del rey Carlos V procedente de los Países Bajos en su ruta hacia el Monasterio de Yuste, lugar de su retiro y fallecimiento. El monarca más poderoso del mundo llegó a este municipio el 28 de septiembre de 1556 y aquí permaneció durante una semana. Los vecinos de Laredo conmemoran aún el acontecimiento con fiestas y un maravilloso banquete en el que los mejores productos de Cantabria son los protagonistas de la noche.

Laredo fue antiguo puerto de la Corona de Castilla y conserva aún su corazón medieval, con calles que desembocan todas en el mar. Sus ramblas esconden un valioso patrimonio histórico formado por iglesias como la de Santa María de la Asunción y núcleos arquitectónicos como la llamada 'Puebla vieja', un Conjunto Histórico-Artístico compuesto por seis calles que se extienden a los pies de la mencionada iglesia. En este conjunto destacan casonas como la de Zarauz, la de los Peregrines, la de los Villota, la de la familia De la Hoz o el propio edificio del Ayuntamiento.

Laredo se vanagloria de contar con la Playa de la Salvé, la más amplia del litoral cántabro, con más de cuatro kilómetros de extensión. Además, gran parte del término municipal se encuentra en un privilegiado entorno natural, el del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel. Laredo es también famosa por una batalla, la de las flores, un festejo en el que las armas se transforman en preciosas flores que adornan y embellecen cada carroza. Antes de abandonar esta preciosa población el visitante debería probar los 'caprichos del Emperador', un exquisito dulce típico de Laredo.

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