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Las Regueras

Agua y roca

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Agua, roca, Historia, Naturaleza. Estamos en Las Regueras y el aire no puede ser más puro. De tradición hidrográfica incuestionable, se deja atravesar por el poderoso río Nalón. Perdidos en sus verdes valles, en medio de un paisaje maravilloso repleto de montes y colinas, el tiempo parece detenerse. Decenas de caseríos; ermitas; molinos; arroyos; hórreos e iglesias se reparten en las seis pedanías que conforman este concejo asturiano muy próximo a la capital. De todas ellas, destacan Santullano, con el palacio de Viado o  Valduno, con sus termas romanas y la iglesia de Santa Eulalia, que por mucho que quiera no puede ensombrecer a su homóloga, la prerrómanica San Pedro de Nora; la representación arquitectónica más importante de la villa. La tarde avanza y descubrimos un terreno tremendamente irregular en el que la piedra se erige como elemento principal. Pizarra, margosa, caliza y arenisca se muestran en todo su esplendor y flanquean las espectaculares sierras del Bufarán o del Cogollo. Anochece y nuestros estómagos empiezan a mostrar su descontento. No existe lugar mejor para cumplir con sus demandas. Con una húmeda, pero agradable brisa rozando nuestra piel, disfrutamos de un banquete digno de los mejores reyes: probamos el famoso ‘Pitu de Caleya’, el tradicional cachopo e, incluso, nos animamos a escanciar un ‘culín’ de sidra. Las Regueras nos ha conquistado y se despide de nosotros haciéndole prometer que regresaremos. Es lo menos que podemos hacer.

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