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Esta Matillas es la que antaño se llamaba La Estación, porque la vieja Matillas estaba en un pequeño cerro desde donde se divisa el Henares y hoy está abandonada. La vida estaba más abajo. En lo que era el barrio de la Estación, actualmente un pequeño apeadero. El ferrocarril y las industrias vinculadas a la construcción vertebraron la vida de este pueblo de la Alcarria alta, regado por el río Henares. Fueron tiempos de esplendor, que se apagaron con la Guerra Civil, y que tardaron mucho tiempo en volver. El símbolo es esa chimenea de ladrillo rojo de la fábrica de cemento que se alza como testigo de la vida del pueblo. El éxodo rural a las grandes ciudades fue inevitable.

Ahora, Matillas es buen terreno para el ocio, especialmente para los amantes del senderismo. Hay interesantes rutas para caminar, enmarcadas en el Camino del Cid. Y si se quiere disfrutar de su arquitectura, hay que visitar la parroquia de Nuestra Señora de la Blanca, que conserva elementos del románico tardío (siglo XIII). No lejos de aquí se encuentran Jadraque y Sigüenza.

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