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Moaña

Océano, ría y montaña

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Tres palabras: océano (Atlántico), ría (de Vigo) y montaña. Y es que Moaña tiene las tres. Uno; océano por sus playas. Las más importantes son A Borna- rocosa, llena de acantilados y con una parte nudista- y A Xunqueira- dotada de un inmenso arenal blanco que aparece y desaparece según las mareas-. Con esta cercanía al agua, es lógico que Moaña celebre las fiestas de la Virgen del Carmen, su patrona, con sus engalanadas procesiones por el agua. Dos; ría de Vigo que ha alimentado generacionalmente a Moaña y en cuyo fondo se divisa borrosa la capital de la que ha sacado su nombre en todo su esplendor. Como Moaña tiene seis parroquias, también cuenta con sendos puertos como Meira o El Con, en los que resulta muy estimulante ver faenar a mejilloneros y mariscadores. Tres; montaña, porque Moaña está cercada por un lado por los montes de Paralaia, de bosques caducifolios, y por el otro por el monte Gagán, el más alto de la localidad. Subiendo a éste último, se encuentra el mirador de Domaio, el lugar elevado de Moaña, donde se pueden contemplar tanto el mar como la naturaleza atlántica. Además, la localidad organiza una ruta de senderismo que se llama el Sendeiro do río da Fraga, río por el que se encuentran cantidad de molinos de agua. Allí también está el mirador homónimo y la Pedra Morcegueira que, como su nombre indica en gallego, está llena de murciélagos durmientes.

Por otra parte la historia de Moaña se cuenta a través de sus monumentos. Por orden cronológico, cuenta con el impresionante dolmen funerario Chan da Arquiña- uno de los mejores de Galicia-, de 5000 años de antigüedad. Asimismo, presume de sus petroglifos (probablemente celtas), que son unas losas de piedra talladas con dibujos de círculos que parecen los esquemas del instituto. Más adelante, en el siglo XII, se construyeron sus iglesias de estilo románico gallego, San Martiño- monumento histórico-artístico- y San Xoán de Tirán. La tradición del hilo y las cuerdas de la Revolución Industrial que vino siglos después, Moaña la guarda en el Museo das Carreiras. Por último, la parte de contemporaneidad que le toca la tiene en sus spa y campos de golf.

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