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Pollença

Biodiversidad natural

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Numerosos sonidos de aves, que acostumbran el oído del visitante a variadas sinfonías, constituyen la banda sonora de un paisaje que armoniza belleza visual con lirismo acústico. Esta perfecta conjunción se encuentra en Pollença, municipio mallorquín situado en la Sierra de Tramontana, ejemplo de biodiversidad avícola con más de 4.000 especies registradas en su territorio. Las diferentes rutas ornitológicas propician senderos rupestres que invitan al encuentro íntimo, una ruptura con las preocupaciones y el estrés que el turista puede llevar en su equipaje interior. Prados, bosques, humedales y reservas naturales como L´Albufereta derivan en abruptos acantilados que perfilan un litoral marítimo suavizado por numerosas calas de extrema belleza. Así, la cala de Sant Vicenç, de aguas cristalinas, se corona como una de las más espectaculares de la localidad. Pollença acaricia, en su extremo, el mar Mediterráneo a través del cabo de Formentor. De complicado acceso, las sinuosas curvas y empinadas carreteras premian con una de las vistas más fascinantes del municipio, el faro de Formentor, plenamente integrado en el entorno natural, vigía silencioso de la costa.

En el interior, Pollença despliega su riqueza en calles medievales, antaño ocupadas por los Templarios, que conducen a la Plaza Mayor, del siglo XIX, acogiendo tanto la solemnidad de la iglesia parroquial de Mare de Déu dels Àngels, del siglo XVIII, como  la algarabía de fiestas populares y mercados dominicales. La liturgia refuerza su presencia con el convento de Santo Domingo, del siglo XVI, y el Calvario, monte al que se accede tras subir 365 escalones flanqueados por cipreses y cruces de tres metros de altura. Finalmente, el puente romano, de época medieval pero nombrado así por su similitud con las construcciones romanas, nos aleja del núcleo urbano para adentrarnos, de nuevo, en la biodiversidad de Pollença con el recuerdo de haber degustado una buena sopa mallorquina.

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