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Ribadesella

El Sella como punta del iceberg

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Aunque seguramente sea la emoción y el atractivo del Descenso del río Sella lo que nos lleva a este rincón de Asturias, al llegar y empezar a recorrer su casco histórico, comprobamos que esta villa marinera de casas coloridas no le debe todo únicamente a su localización en el tramo final del conocido e internacional río. Su barrio antiguo, desde la Atalaya hasta Portiellu (antigua entrada a la Villa), es Bien de Interés Cultural y en un breve paseo se encuentran los motivos. Junto a la Plaza Reina María Cristina aparece el Ayuntamiento, alojado en el palacio renacentista Prieto Cutre, y la iglesia de Santa María Magdalena se impone en su propia plaza. La Casona del Escudo y la casa de los Ardines son algunas de las joyas arquitectónicas de la vieja Ribadesella, de la cual podemos salir por el paseo de La Grúa, admirando por el camino los Paneles de Mingote que cuentan la historia riosellana. Si seguimos caminando, llegaremos a la Ermita de la Virgen de la Guía, el punto más alto que ofrece una buena panorámica de la majestuosa playa de Santa Marina. Su paseo está adornado con refinadas viviendas de veraneo, hoy convertidas en hoteles o incluso albergues, como Villa Rosario, el chalet de la Marquesa de Argüelles y el palacete de Piñán. 

Y, por supuesto, está su riqueza prehistórica, con las cuevas de Tito Bustillo –Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2008–, de obligada visita para descubrir la antigüedad del territorio a través de cráneos, huesos y útiles de caza, y, sobre todo, sus pinturas rupestres. Podemos profundizar aún más en la materia en la Cuevona de Ardines, la Cova Rosa, La Lloseta o el Tenis, entre otras, así como en el Museo del Territorio. El Jurásico también dejó su huella en la zona, y nunca mejor dicho. Las huellas de dinosaurio aparecidas sobre rocas colindantes a algunas de sus playas convirtiero a Ribadesella en una de las paradas de la Ruta de los Dinosaurios, junto a las localidades de Colunga y Villaviciosa, ota prueba de que la emoción no sólo nos la proporcionará el río.

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