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Santa María del Arroyo

Un lugar para vivir desde hace cuatro milenios

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Municipio de poco más de 100 habitantes junto a la carretera N110, a 26 km de Ávila.

Sucede con frecuencia en el valle de Amblés, que surca el río Adaja, y también en otros como el vecino valle del Corneja: muchas poblaciones se asientan exactamente en el límite entre los montes y las vegas que flanquean el cauce. Así ocurre con Santa María del Arroyo, plantada en el piedemonte de la sierra de Ávila y con el río al sur, pasada la cercana localidad de Salobrejo.

Con ese emplazamiento quizás intentó protegerse de las crecidas del río y además combinar los recursos de los dos medios geográficos que aún permanecen: tierras llanas para el cultivo del cereal junto a pastos y madera de los encinares en los montes. Y piedra. En el caserío conserva ese material de construcción en algunas viviendas de estilo tradicional y en otras modernas.

No miente su apellido, junto al pueblo pasa el arroyo de Sanchicorto, flanqueado por prados abiertos y algunos cercados, vegetación de ribera y pequeños grupos de árboles al norte.

Iglesia y ermita intercambian emplazamiento. Lo habitual es que la iglesia esté en el caserío y la ermita a las afueras pero aquí es al revés. El templo de Nuestra Señora de la Asunción se planta sobre un promontorio al norte, con acceso por un camino empinado y empedrado. Espectáculo del valle, el Adaja y al fondo la Serrota, la sierra de la Paramera y las crestas de Gredos. De su construcción destaca su cabecera sujeta por contrafuertes de esquina, tan grande que casi se come al resto.

La ermita de San Antonio de Padua, del XVII, tiene personalidad con ese tejado protector de la entrada y apoyado en seis gruesas columnas, recios muros de sillarejo, una espadaña decorada con bolas y un adosado que fue la casa del santero.