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Sevilla

Una capital con duende y azahar

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Tres monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad fijan de inmediato en Sevilla la atención del visitante: la Catedral, con su inimitable Giralda; el Archivo General de Indias y los Reales Alcázares. Pasear por el casco antiguo sevillano, el más grande de España, permite un reencuentro en el tiempo con su pasado musulmán en espacios donde el arte mudéjar brilla con luz propia. Sus jardines, a orillas del Guadalquivir, río rumboso y navegable, generan una impagable sensación de paz y bienestar, que contrasta con la algarabía callejera de sus multitudinarias celebraciones durante la Feria de Abril y la Semana Santa.

Pero, al margen de su casco antiguo, Sevilla se ha reinventado en el tiempo gracias a nuevas construcciones como 'las Setas', un edificio modernista que ejerce de 'parasol' gigante entre la Plaza de la Encarnación y la Plaza Mayor. En el siglo pasado, Sevilla fue anfitriona de dos eventos que transformaron para siempre la fisonomía de la ciudad: la Exposición Iberoamericana de 1929, acontecimiento por el cual fue construida la Plaza de España, y la Exposición Universal de 1992, un evento mundial que duró seis meses y que supuso la remodelación de la zona de La Cartuja.

Hay, en resumen, muchas sevillas en una misma, pero todas indispensables. Una visita a las barriadas más populares de la ciudad, como Triana, cuna de toreros y artistas, tampoco puede faltar en cualquier agenda de inquietudes turísticas. Por último, los diferentes puentes que cruzan el Guadalquivir permitirán disfrutar de perspectivas y ángulos distintos de una ciudad con duende y azahar.

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