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Val de San Vicente

Mar y dulce de hojaldre

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Entre las playas de Pechón y las deliciosas corbatas de Unquera se recorre el municipio más occidental de Cantabria: mar salvaje y un sabroso dulce de hojaldre que han convertido en internacional  a Val de San Vicente, enclave que lleva habitado desde el Paleolítico como prueban los hallazgos de la Cueva del Salín. No es de extrañar, ya que es un territorio rico y fértil, ubicado entre las rías del Nansa y el Deva, de alto valor ecológico, que se ha mantenido en su aspecto original, aun cuando en los años 70 se quiso instalar una central nuclear. Así que ahora, la costa y las dos rías ofrecen un variado ecosistema que se completa con los bosques autóctonos, en los que predominan los robles, castaños, alisos, sauces y encinas,

Val de San Vicente, además de su carácter costero, constituye el paso natural hacia Liébana y Picos de Europa con Unquera convertido en un centro turístico y comercial muy importante. El cementerio de Portillo, levantado sobre una antigua iglesia gótica de la que se conservan el ábside, los muros y la puerta de entrada, se presenta como el destino romántico junto con la medieval Torre de Estrada, que se descubre entre una frondosa vegetación.