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Valleseco

Naturaleza y tradición

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El verde, gracias a la humedad que regala su ubicación al norte de la isla, predomina a lo largo y ancho de un municipio que parece querer esconderse en un mar de nubes y que tiene el 80% de su territorio declarado como espacio natural protegido por sus bosques de laurisilva. Al viajero le va a extrañar, con estos datos y sus propias percepciones, lo paradójico de su nombre, Valleseco.

Delimitado por dos barrancos, la Virgen y Madrelegua, ha sido el último municipio en constituirse en Las Palmas, y pasear por su casco es deleitarse con una variada muestra de casas tradicionales integradas a la perfección en el entorno. De arraigadas tradiciones, los antiguos oficios siguen ejerciéndose como antaño y pueden ser conocidos por el visitante en el Taller de Artesanía, situado en el casco, o en el museo Etnográfico, que nos ayuda a conocer la cultura del gofio en las islas.

Su tradición agrícola y ganadera se hacen patentes en las fiestas en honor a San Vicente Ferrer, con una gran feria de ganado, y en las fiestas de Nuestra Señora de la Encarnación, que coinciden con la Fiesta de la Manzana, símbolo de Valleseco, y que gira en torno a una colorida romería en la que los vecinos ofrecen los productos de la tierra a su Virgen. Los primeros días del mes de junio tienen un regalo para quienes adelanten un poco sus vacaciones de verano: en la iglesia de San Vicente Ferrer se pueden escuchar algunos de los conciertos en el que su espléndido órgano alemán es un protagonista destacado.

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