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El pueblo de la piedra dorada
A tan solo 4 kilómetros de Salamanca se encuentra la localidad de Villamayor, un municipio muy importante para la capital puesto que fue precisamente de sus canteras de donde se extrajo la piedra dorada que le da la peculiar apariencia a la mayoría de edificios principales de la ciudad y a otros del resto de la provincia. Hoy en día siguen existiendo canteras de donde se extrae esta piedra, conocida como arenisca de Villamayor o piedra franca, que es de fácil trabajo cuando se extrae y se endurece después, aunque se usa sobre todo para restauraciones. Tal fue la importancia de esta piedra para el municipio –donde también podemos encontrar muchos edificios que la lucen, como el propio Ayuntamiento– que se levantó un monumento a los canteros y, anualmente, se celebra una feria dedicada a este material.
El término municipal de Villamayor está formado por las localidades de Anantapur, El Pajarón, Las Acacias, Las Canteras, Los Álamos, Los Almendros, Los Páramos, Los Rosales, Mozodiel de Sanchíñigo, Vega de Salamanca y el propio Villamayor, siendo su cercanía a Salamanca y el desarrollo de sus urbanizaciones lo que ha propiciado un enorme crecimiento demográfico en las últimas décadas.
La actual iglesia del pueblo, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios, fue acabada a finales del siglo XVIII, manteniéndose de la construcción románica el tramo occidental y el muro norte. Cabe destacar su retablo mayor, labrado en piedra por Miguel Martínez en 1776 y animado con esculturas de Fernando Gabilán Sierra, que también hizo la imagen de la hornacina de la portada. Una celebración curiosa que se realiza en esta iglesia es la del día de la bajada de la virgen, el domingo siguiente al Jueves de Ascensión, en la que los quintos introducen en la iglesia un árbol adornado con cintas y frutas.
Además del trabajo en las canteras, Villamayor fue en un pasado un gran productor de vino, teniendo sus caldos mucha fama a mediados del siglo XVIII. Son muchas las diferentes huellas de bodegas que aún quedan en el municipio. Una de ellas se puede encontrar en una casa-convento ubicada en la intersección de las calles Arrabalillo y Empedrada, que fue propiedad del Duque de Aveiro.