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Catedral de San Martín

Ourense, Ourense/Orense

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Un joven mira el reloj. No quiere llegar tarde, es la primera vez que va a verla en persona y está algo nervioso. Por supuesto, ha oído hablar de ella, ha visto fotos pero es su primer encuentro cara a cara. “Preciosa”, “espectacular”, “increíble”, “todo un monumento”, son alguna de las expresiones que han usado y ahora es él quien se dirige a esa especie de cita a ciegas. Un último suspiro y entra en la plaza del Trigo y allí, muy cerca de la fuente está ella, espléndida, majestuosa, elegante... Siente un auténtico flechazo. La catedral es tal como le habían dicho: monumental. Algunos podrían decir que es un tanto robusta y tendrían razón pero a él nunca le ha importado la talla.

Sabe que tardará en conocerla pero no le importa el tiempo y camina a su alrededor sin prisa, admirando una belleza construida durante ocho siglos y descubriendo, poco a poco, su carácter. En la cabecera se da cuenta de su capacidad de adaptación: de los tres ábsides originales, solo permanece uno, el resto sucumbió para dar origen a la girola, ese pasillo detrás del altar tan necesario en los lugares de peregrinación. Pequeños detalles como el rey David tocando el arpa en la puerta oeste, el coqueto rosetón que recuerda a una florecilla en una de las puertas, la imagen de San Martín partiendo su capa… muestran retazos de su personalidad románica y un torreón con almenas, que le da aspecto de fortaleza medieval, le habla de su aspecto más combativo. Ya antes, mientras se acercaba se ha fijado en lo que a todos llama la atención: un cimborrio que se alza y enseña al mundo sus pináculos góticos.

Como ya se sabe que la belleza está en el interior, el joven traspasa las puertas y se encuentra, de golpe, sin tiempo para prepararse con un espectáculo de color. Rojos, azules, verdes y amarillos se mezclan y tiñen estatuas, columnas y decoraciones de los tres arcos que conforman el Pórtico del Paraíso. Apóstoles, profetas y ancianos del Apocalipsis incitan a mirar cada elemento con minuciosidad. La nave central, ese corazón generoso que acoge a los visitantes, desemboca en la capilla mayor con su retablo del s. XVI, al que la luz que entra por la bóveda estrellada del cimborrio dota casi de vida propia. En el lado norte, otro gran tesoro, la capilla del Santo Cristo, un espectáculo barroco de retablos, baldaquino y angelotes que no ocultan el verdadero centro de su ser: una imagen de Cristo del s. XIII de gran devoción entre los orensanos. Repican las campanas, es hora de despedirse, por el momento. No importa cuánto tiempo pase, él sabe que volverán a verse, lo suyo es un amor para siempre.

Contacto

Localización

Plaza del Trigo, S/N, 32005 Ourense