Conventual de San Benito

Alcántara, Cáceres

Qué ver

Mirado de lejos, el Conventual de San Benito sorprende por su majestuosidad y belleza calmada. Fue la última casa de los Caballeros de la Orden Militar de Alcántara, la última fortaleza en una tierra transfronteriza, que no surgió de la nada si no que aprovechó los antiguos restos de la alcazaba árabe. En aquellos tiempos la localidad estaba amurallada, aunque no queden restos, pero sí queda la situación privilegiada del Conventual, que fue fortaleza. Desde lo alto y a lo lejos, él también nos mira con el sosiego que el pasado le dejó. Sus piedras de entonces nos hablan y las de ahora también.
A mediados del s. XV, se construye el Conventual de San Benito sobre la fortificación antigua, y a petición de los caballeros de la Orden, los Reyes Católicos autorizan la construcción de un monasterio. El conjunto estaba formado por la iglesia, el convento y la hospedería. Las obras de la iglesia, dedicadas a la Inmaculada Concepción, quedaron a medio hacer. El paso del tiempo, la desamortización, el abandono y la ausencia de vida en su interior hicieron caer al edificio en el olvido, pero no se quebró la fortaleza sus piedras y el afán por ser; no importa cómo ni en qué tiempo pero seguir siendo.
A primera vista, advertimos su imponente presencia exterior; una fachada renacentista, sobria en adornos pero grande y elevada en proporciones, y un lateral de dos plantas con arcos, conocidas como la Galería de Carlos V, rematado a cada lado por dos torres cilíndricas que lucen los escudos imperiales. A sus pies hay unas gradas que denotan la nueva utilidad del edificio.
Ddentro, un hermoso claustro gótico nos invita a pasar. Dos plantas de arcos se asoman al interior de la estructura cuadrada; contemplan el suelo enlosado y los árboles. Ven detenerse a los paseantes de otro tiempo y de éste, absortos en su silencio. Lugar recogido del exterior para meditar y caminar sin que perturbe la bulla ajena al lugar. En lo alto, las gárgolas también nos miran. Queda abandonarse a la escucha de las piedras. Y que ellas cuenten más de lo que muestran simple vista.