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Santuario del Ecce Homo

Bembibre, León

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Imaginemos que tenemos un lienzo en blanco para decorarlo con una imagen realmente bella. Primero, cogeríamos el pincel y utilizaríamos el color verde para inventar un jardín de cuento cuidando hasta el más mínimo detalle. La Naturaleza pintada nos llevaría directamente a un santuario, el del Ecce Homo. Con el color de la piedra, esbozaríamos una torre de tintes barrocos y añadiríamos algún rasgo propio gallego como si fuera un guiño a la autonomía colindante. Por ejemplo, su cuerpo circular. En ese cuadro, no podríamos admirar ninguno de los cinco retablos interiores o la urna con el "Cristo adyacente articulado" porque es imposible que sus muros se vuelvan transparentes. Sin embargo, se podría intuir su origen como ermita del siglo XV. Los trazos que decorarían los límites del cuadro serían los del museo de Arte Sacro levantado en sus cercanías. Esas pinceladas inspiran cultura sagrada. Por último, a las puertas del jardín retrataremos la escultura de un minero que evoca el pasado de estas tierras. Al final, esta pintura existe. Bembibre nos la muestra potenciando los tonos de una realidad creada sin pinceles ni acuarelas.

Localización

Calle el Santo, Bembibre