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Torre de Rubín

Rionansa, Cantabria

Viendo su solitaria silueta dominando desde una loma las colinas de alrededor y la verde alfombra que se extiende a sus pies, se diría que la torre de Rubín es más bien un viejo puesto de avanzadilla romano, plantado en mitad de las montañas de Escocia para vigilar los ataques de las belicosas tribus de pictos. Sí, ese es el misterio que nos transmite desde su ubicación a las afueras de la aldea de Obeso, en Cantabria. Y aunque su función fue, en efecto, defensiva, es bastante más reciente. Se levantó en el siglo XV o finales del XIV dentro del solar de los Rubín de Celis, una de las familias que controlaban este territorio, para dominar con sus veinte metros de altura el paso por el valle, cerca de una curva del río Nansa.
Aunque entonces no era tan alta, pues su cuarta altura se añadió probablemente en el siglo XVI, cumplía sobradamente su función, con sus ventanas saeteras bien dispuestas para que  los arqueros hiciesen su trabajo, y esos restos de una ménsula que seguramente sostuvo un voladizo defensivo desde donde rechazar cualquier ataque. Pura arquitectura militar recuerdo en unos tiempos más inquietos.

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