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Ruta en moto por la provincia de Castellón

En busca de los tesoros de la Sierra de Espadán

Actualizado: 02/01/2018

Distancia: 227 Kms

Duración: 5 horas

Visitas: 14 paradas

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Nos atamos el casco y nos ajustamos los guantes para recorrer esta ruta en 'ocho' a través del hermoso Parque Natural de la Sierra de Espadán, entre las comarcas del Alto Mijares, Alto Palancia y Plana Baixa, el mayor espacio protegido de la provincia de Castellón.

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Ponemos a punto la moto y arrancamos nuestra ruta en Valencia. Desde allí conduciremos hasta el pintoresco pueblo de Olocau desde donde nos adentraremos en la Sierra de la Calderona.

De camino hacia Gátova, merece la pena parar a beber agua de cualquiera de los chorros que ofrece la fuente del antiguo lavadero municipal, justo en la entrada del pueblo. El mismo tipo de chorros encontramos en Segorbe, un pueblo muy cercano al que llegamos entre pinos y con el olor característico del Mediterráneo, dejando atrás la hermosa sierra que nos ha dado cobijo. En el camino, nos deleitamos con pequeños pueblos de torres de campanas altas, de estilo mudéjar y fabricadas en ladrillo, que parecen encastrados entre los bosques de pino, muchos de ellos sujetos sobre una colina y con vistas al valle que los guarda.

Los chorros de Segorbe. Foto: shutterstock
Los chorros de Segorbe. Foto: Shutterstock.

Desde Segorbe continuamos camino hacia Jérica para adentrarnos en la Sierra de Espadán. Por el camino encontramos un asfalto muy bien cuidado. Esta parte de la Comunidad Valenciana es de clima seco, por lo que organizar un paseo en moto hasta aquí siempre es un acierto, pese a que en otras partes de la Península Ibérica esté lloviendo. El clima mediterráneo hace el resto y rodar se convierte en algo mucho más placentero.

Atravesamos Caudiel y seguimos hacia Montan en dirección a Montanejos, localidad que gira en torno a las aguas de manantial, lugar preferido por los romanos para sus baños (al igual que para nosotros). Esta localidad dispone de varios alojamientos con spa, paseos acondionados junto al río y una amplia oferta hotelera donde encontrar el perfecto lugar para un descanso.

Imagen de las aguas termales de Montanejo, en verano
Imagen de las aguas termales de Montanejo, en verano.

En Montanejos nos bajamos de la moto para relajarnos en uno de los hoteles más exclusivos, el bioespacio natural Tasta, situado en un circo rodeado de piedra y pino. Antiguamente, la zona donde se encuentra el hotel tuvo varios asentamientos de los que hoy se conservan piedras donde se hacían ofrendas a la madre tierra por parte de los primeros moradores, matriarcados que adoraban pequeñas figuras de orondas mujeres que encarnaban la vida en la tierra. Este especial lugar donde la calma y el sonido de los pájaros nos traslada a otra dimensión, es particularmente atractivo para los amantes de la meditación, el yoga o simplemente el descanso en un entorno natural, alejado del ruido y en comunión con la naturaleza. El agua forma parte indispensable de Tasta, ya que dispone de su propio manantial y de un río que se llena en invierno con las aguas que traen las lluvias.

Panorámica de Rubielos de Mora. Foto: shutterstock
Panorámica de Rubielos de Mora. Foto: Shutterstock.

Tras la visita a este bioespacio, retomamos el camino para adentrarnos en el corazón de la Sierra de Espadán. Pasaremos por las localidades de Montanejos y por Cortes de Arenoso, intuyendo el agua de su pantano y cruzando, por unos kilómetros, a la provincia de Teruel. Aquí visitaremos Rubielos de Mora, uno de los lugares bautizados como uno de los Pueblos Más Bonitos de España. Incluido en la "Ruta del Cid", este pueblo merece sí o sí una visita. Perdernos por sus callejuelas empedradas es una delicia. Es recomendable parar y estirar las piernas mientras admiramos sus casas solariegas y sus palacetes adornados con nobles escudos de madera y forja. La Casa Consistorial –de estilo renacentista–, el clausotro del convento de los Carmelitas o el convento de las Madrres Agustinas son otras paradas imprescindibles de este bello lugar.

Anochece y para pasar la noche, conduciremos ocho kilómetros más hasta Nogueruelas, donde nos espera el hostal 'La Casa Grande'. Este hostal es una antigua casa restaurada que perteneció a quienes controlaban la industria textil de la lana, una de las tradiciones ya desaparecidas del pueblo. Aquí, con la moto guardada en la cochera, nos deleitamos con la comida típica de esta parte de Teruel: jamón, queso y unas deliciosas codornices escabechadas. Los amantes del trekking encontrarán en esta localidad su particular paraíso de senderos con olor a pino y tierra, amenizado con el canto de las aves y los colores que cada temporada visten difrerente esta parte de Teruel.

Las vistas del pantano desde el bar La Puebla. Foto: A.S.
Las vistas del pantano desde el bar La Puebla.

Por la mañana, con el sol aún levantándose en el horizonte, retomamos nuestra ruta en forma de ocho dirección Rubielos de Mora, el mismo camino por donde llegamos el día anterior. Esta vez tomamos el desvío dirección Olba para rodar con la moto por un espectacular desfiladero –imprescindible parar y fotografiarlo– hasta llegar a Puebla de Arenoso. Aquí tomamos un café en un pequeño bar llamado 'La Puebla' (Loreto, 19) que, aunque por fuera no parece atractivo, guarda un secreto en la terraza interior: sus vistas al embalse del Arenoso.

Continuamos nuestra ruta entre pinos y alcornoques, fresnos, sauces y chopos. La Sierra de Espadán es infinitamente tupida, con carreteras serpenteantes que lucen oscuras por la sombra que regalan estos árboles. Impresionantes barrancos y cañones que el agua ha arañado siglo tras siglo, zonas de piedra caliza que atravesamos por túneles excavados con pequeñas ventanas naturales que nos permiten ver más allá de la pared. Estas ventanas regalan una luz preciosa al interior y disponen de un espacio para descansar unos minutos y fotografiar a través de sus huecos el cañón que está al otro lado.

Las vistas del cañón nos hacen detenernos.
Las vistas del cañón nos hacen detenernos.

Regresamos hasta Montanejos, donde volvemos a tomar otra dirección distinta a la que trajimos de ida, rumbo a la población de Onda. La carretera es de una gran belleza, con pequeñas manchas blancas y sus pueblos, incrustados en plena sierra. Esta ruta de buen asfalto –parece recién pintada– nos lleva hasta Aín, o Ahín, dependiendo de quien lo escriba, una preciosa localidad de origen árabe y 170 habitantes donde comprobar la riqueza de estas poblaciones. Todas cuentan con alguna fuente, el típico lavadero y sus casas blancas que se asoman al valle.

Al lado del Ayuntamiento de Aín encontramos la Cooperativa Sant Ambrós (Plaza Nova, 7) en cuyo bar podemos dar buena cuenta de algo típico: una parrillada de carne. El precio es muy asequible, de 7 a 10 euros por persona, y las patatas fritas que le acompañan están deliciosas. Es fácil dar con ello: dejamos aparcada la moto, y mirando a la puerta del Ayuntamiento nos dirigimos a la izquierda, bajamos unos escalones que dan a una pequeña plaza donde encontramos este lugar. Si llegas temprano podrás disfrutar de la comida en las mesas que asoman a la plaza.

La Sierra del Espadán. Foto: A.S.
La Sierra del Espadán.

Ya con el estómago lleno y después de haber tomado el típico manchaet (café con ron quemado) o el bombón (café con leche condensada) salimos por la CV-200, una comarcal abandonada que nos introduce en el mismísimo corazón de la sierra. Esta carretera es estrecha, revirada y angosta, perfecta para nuestras ansias de curva y paisaje. En la subida hay que tener cuidado por la grava suelta y el mal estado del firme. Imprescindible hacer alguna que otra parada para observar una torre en ruinas, escuchar el agua al fondo del cañón o intentar ver algún jabalí salvaje. Descendemos poco a poco, sin querer irnos de allí, hasta Castellnovo y Geldo, dejando a vista del retrovisor esta joya natural de la Comunidad Valenciana entre Castellón y Valencia: el Parque Natural de la Sierra de Espadán.

Nuestra Ruta:

DÓNDE DORMIR:

NO TE PUEDES PERDER:

Los baños termales que hay en el pueblo de Montanejos.

La visita a uno de los denominados Pueblos Más Bonitos de España, Rubielos de Mora, perderte por sus callejuelas es una delicia.

Cualquiera de las rutas a pie entre las poblaciones y sus iglesias y castillos.

La oferta hostelera en esta zona es altísima, puedes encontrar en cualquier pueblo donde comer bien, o donde dormir sin pagarlo caro.