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Playas y calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona)

Verano de arena y guijarros

Actualizado: 06/08/2021

Fotografía: Manu Mitru

De bandera azul, vírgenes, para disfrutarlas con mascotas o naturistas. Cualquiera de las opciones cumple con una premisa básica: respetar el estado natural de la costa. Es L'Ametlla de Mar vista desde sus calas, esos pequeños oasis para exprimir un verano con sabor a mar.

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Un camino de ronda bordea el litoral serpenteante de L'Ametlla de Mar. Es el GR-92, en el Baix Ebre (el Bajo Ebro), el llamado Sendero del Mediterráneo. Una ruta cómoda para hacer en familia, en pareja o en solitario, cuando la mente y el cuerpo piden un respiro. En los días en los que aprieta el termómetro, sus coquetas calas invitan a darse un chapuzón antes de proseguir la marcha.

“A L'Ametlla de Mar se le conoce como La Cala, porque sus primeros habitantes se establecieron en una cala situada hoy en día en el centro turístico del municipio. Si te gusta la naturaleza, contamos con las calas vírgenes. Si buscas playas dotadas de servicios y adaptabilidad, contamos con nuestras playas de bandera azul”. Es Eva García Brull, Técnico del Área de Turismo, Comercio y Civismo de L'Ametlla de Mar.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): vistas de Cala Sant Jordi
Sant Jordi es una de las calas más extensas de L'Ametlla de Mar.

1. Cala Calafató: la primera con bandera azul

Este pueblo marinero de la Costa Dorada obtuvo su primera bandera azul en 1996, con una de las calas que hoy ostentan esta categoría. Veinte años después, La Cala es uno de los municipios que han contribuido a que Tarragona sea la provincia con mayor número de toda Cataluña. “El pueblo comenzó a tener banderas azules con Cala Calafató, a 7 kilómetros del pueblo. Es una de esas calas que llevan sorprendiendo al viajero desde entonces”.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): veraneantes en Cala Calafató
Una cala muy familiar, con acceso fácil, duchas y puesto de socorrista en verano.

La visita lo confirma: delicada arena bajo los pies rodeada de acantilados, y nutrida de pino carrasco y vegetación mediterránea. El agua, entre un azul que habla de veranos eternos y lo cristalino, apta, según detallan en la Oficina de Turismo, para hacer snorkel, buceo con botella, darse un chapuzón desde los pequeños salientes o echar una siesta a la sombra del pinar.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): buceo en Cala Calafató
Las aguas cristalinas son ideales para la práctica del 'snorkel' y el buceo con bolleta.

Calafató es un rincón casi virgen en filosofía, pero con las facilidades básicas para que sea apta para familias: tiene parking, acceso con escalinata, duchas y puesto de socorrista en verano. Y el chiringuito, para ese momento en el que el salitre y el calor piden a gritos una cerveza bien fría.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): acantilados de Cala Calafató
Calafató está rodeada de acantilados, pinos carrascos y vegetación mediterránea.

2. Cala Sant Jordi: el juego de la orografía

Menos de dos minutos en coche separan Calafató de Cala Sant Jordi, una de las más largas del litoral de L'Ametlla de Mar y con más tesoros naturales en su orografía. No es solo su gama de Pantones en azul lo que atrae a las familias de todos los rincones hasta aquí. En Sant Jordi, los juegos de la naturaleza han esculpido dunas entre pinares, suelos a los que prestar atención por sus caprichosas raíces o a sus plantas endémicas, que acompañan al pinar a lo largo del sendero.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): castillo de Sant Jordi de Cala Sant Jordi
El castillo templario de Sant Jordi está a los pies de la cala homónima.

“Estamos en una de las calas más cómodas para visitar con niños, no solo por los servicios que ofrece (chiringuito, duchas y socorrista). También porque este es un lugar con mucha historia, ya que nos encontramos a los pies del Castillo de Sant Jordi, una construcción templaria que nos remonta a los siglos XII y XIII”, cuenta Eva.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): veraneantes en Cala Sant Jordi
Donde hoy plantan su toalla y sombrilla los veraneantes fue territorio de batallas navales durante la I Guerra Mundial.

El Delta, como se le conoce a estas tierras por estar casi a las puertas del Parque Natural del Delta del Ebro, guarda en su paisaje recuerdos vivos de antiguos piratas y guerras submarinas. Estas playas del Golfo de Sant Jordi donde hoy disfrutan las familias viajeras, fueron escenario de combates navales entre submarinos alemanes y mercantes de países combatientes durante la Primera Guerra Mundial.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): pescadores en la zona de rocas
Para la zona rocosa son imprescindibles las deportivas o los escarpines.

Hoy, de esa historia quedan placas conmemorativas a lo largo del GR-92, en un paisaje que representa todo el slow life de la Costa Dorada. Tranquilidad, producto de temporada y calas infinitas. Para que el viajero se sitúe: al norte de L'Ametlla esperan las calas con bandera azul. Al sur, las verdes, categoría que concede Ecologistas en Acción por su calidad medioambiental y preservar el estado natural de la costa, gracias a la poca o nula intervención humana.

3. Cala de L'Estany, con doble 'flow'

En esa ruta hacia el sur, parada de selfie indiscutible es la Cala de L'Estany. Sólo 10 minutos por carretera la separan de Sant Jordi. “Esta cala es uno de los lugares preferidos de los vecinos del pueblo, un punto de encuentro lleno de ambiente a la hora del aperitivo o al caer la tarde”.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): actividades deportivas en Cala de L'Estany
Muchos aprovechan para practicar deportes, como piragüismo, motos acuáticas o quads

L'Estany tiene doble flow: por un lado, su playa de guijarros y arena; por otro, el puerto natural que puede bordearse a pie e incluso, los más atrevidos, cruzarlo saltando las rocas que conectan ambas riberas.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): Cala de L'Estany
Dos playas, una de guijarros y otra de arena en la Cala de L'Estany.

Un rincón donde se emplata el Ebro

El núcleo de reunión en L'Estany es el chiringuito de 'La Subhasta', una caseta en maderas azules y mimbre donde el castellano y el catalán se funden con el acento francés de muchos turistas del otro lado de la frontera. Los arroces del Delta protagonizan las fotos de locales y recién llegados en un lugar que en su día también fue propiedad del espacio gastronómico homónimo, en el centro del pueblo de L'Ametlla.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): chiringuito de 'La Subhasta'
El núcleo de reunión de L'Estany es el chiringuito de 'La Subhasta'.

Merece la pena hacer un alto y volver al pueblo para disfrutar de este espacio gastronómico. Munia Koutabli forma parte del personal que se mueve bajo engranajes perfectos entre el bullicio de este local de paredes de pizarra y barra de madera. Una copa de cava Parxet Brut Reserva, un coupage de Macabeo, Xarel.lo y Parellada (la uva blanca principal del Penedés) acompaña las famosas bravas que salen de forma continua de la cocina del 'Restaurante La Subhasta' (Carrer Sant Joan, 3).

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): platos del 'Restaurante La Subhasta'
Entre los platos más demandados del 'Restaurante La Subhasta' están sus famosas bravas. Foto: César Cid.

En paralelo aparece su ensalada de tomates del terreno, como lo llaman aquí, con cebolla y aceitunas de Aragón, y su cazoleta de anguila con base de fumet. “El caldo o suquet lo preparamos cada mañana a partir de las cabezas de pescado fresco del día. Lleva muy poquitas especias, solo pimentón dulce y un majado básico a partir de aceite de oliva virgen extra, ajo y perejil”.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): clientes en el 'Restaurante La Subhasta'
Paredes de pizarra y barra de madera en el interior de este restaurante del pueblo. Foto: César Cid.

'La Subhasta', como las calas de L'Ametlla, respira honestidad y cero pretensiones. Ocurre en ese paisaje que se emplata en las mesas altas de dentro y en las que inundan la calle. Todas ellas llenas de aromas a mar, con platos como sus cigalas salteadas. Notas aromáticas que acercan hasta el empedrado del pueblo las verduras del Delta del Ebro, preparadas en tempura, y su arroz con ortigas y navajas.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): arroz del 'Restaurante La Subhasta'
No se puede ir de aquí sin probar los arroces del Delta del Ebro. Foto: César Cid.

4. Cala L'Illot y su islote

Sigue la ruta. Vuelta a las calas camino del sur de L'Ametlla. Punto de partida: el puerto natural de L'Estany, un lugar donde también habita la Posidonia, ese prado submarino que nutre el Mediterráneo y que certifica la calidad del agua del mar. En solo diez minutos se llega a L'Illot, una pequeña cala de arena conectada a pie a un islote, la famosa Roca de L'Illot. “Su encanto reside en que, dependiendo del nivel del mar, se puede acceder o no a la roca, así que, en función del momento, esta puede ser un pequeño islote o una pequeña península”.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): Cala L'Illot
En esta zona de la Costa Dorada también habita la Posidonia.

A L'Illot se accede caminando, por lo que admirar esta postal hecha realidad tiene doble valor. Recomendación: outfit de mochilero, también apto para los pequeños de la casa. Cantimplora y botas para el camino y sandalias y escarpines dentro, que los cantos y las raíces de los pinos acompañan hasta el acceso a la playa. Eso sí, una vez allí y si no se han adelantado otros caminantes, el esfuerzo habrá merecido la pena. Dos playas, una de rocas y otra de arena harán de este lugar uno de esos momentos para meter en la maleta de los veranos infinitos.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): islotes de Cala L'Illot
A veces la Roca de L'Illot es una isla y con la marea baja, una pequeña península.

Y así, con la puesta de Sol guardada en la memoria natural y digital, el regreso al camino de ronda se llena de aromas a pino y a esa sintonía de las olas irrumpiendo en el paisaje. Hoy el viajero ha sustituido a aquellos pescadores que conectaron los pueblos del Mediterráneo a través de estas rutas mágicas. De antiguas vías de extraperlo a formar parte del ocio y el disfrute del viajero del siglo XXI.

Calas de L'Ametlla de Mar (Tarragona): chapuzones en Cala L'Illot
Uno de esos recuerdos para meter en la maleta de los veranos infinitos.

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