¿Cuáles son las webs y apps de Repsol?

Si tienes una cuenta en cualquiera de ellas, tienes una cuenta única de Repsol. Así, podrás acceder a todas con el mismo correo electrónico y contraseña.

Waylet, App de pagos

Repsol Vivit y Ýrea Cliente de Luz y Gas

Pide tu Bombona y Pide tu Gasoleo

Box Repsol

Guía Repsol

Repsol.es y Tienda Online

Ýrea profesional Mi Solred

Compartir

{{title}}
{{buttonText}}
Ruta del Zarzaral cable

La Ruta del Zarzaral por el cañón del Taibilla (Nerpio, Albacete)

En el río del nogal, por las pasarelas o mojándose los pies

Actualizado: 09/07/2025

Fotografía: Miguel Cuesta

Las pasarelas de Nerpio son casi un trampolín psicológico, un antídoto contra las limitaciones de la mente. Hasta que las instalaron, a pocos se les ocurría recorrer el estrecho del río Taibilla, pero caminando sobre ellas, te das cuenta de que habría bastado con descalzarse y caminar por el cauce, que es manso y somero, y además refresca en los días de calor. Se agradece, en cualquier caso, que nos hayan desbloqueado la mente para descubrir este pequeño paraíso.

Estamos en el extremo sur de la comarca albaceteña de la Sierra del Segura, donde esta provincia manchega se da la mano con Murcia y Jaén. Situada a más de mil metros de altitud, Nerpio es famosa por sus cuevas calizas que albergan pinturas rupestres, por haber sido una longeva frontera del Reino de Granada, por sus senderos micológicos y, sobre todo, por sus nogales centenarios, cuyo fruto se ha convertido en una seña de identidad. Nosotros, sin embargo, nos vamos a fijar en el río Taibilla, uno de los principales afluentes del curso alto del río Segura, que atraviesa el casco urbano y que esculpe un cañón fabuloso.

Una frontera de precipicios, cuevas, zarzas e higueras

Es verano y el Taibilla corre manso y apacible, aunque durante el deshielo muestra otra cara que ayuda a entender mejor cómo se ha formado la pequeña garganta del calar del Nerpio. A pesar de su modestia, este valle formó parte del cinturón fronterizo del Reino de Granada entre los siglos XIII y XV.

Ruta del Zarzaral Nerpio
Vista del pueblo con el campanario de la Parroquia de la Purísima y el Calar de Nerpio a sus espaldas.

Vestigio de aquellas épocas, a un puñado de kilómetros del pueblo, río arriba, se erige el castillo de Taibilla, una fortaleza de origen musulmán que ya era un importante núcleo de población allá por el siglo XI y que luego fue conquistada por las tropas cristianas en 1242, tras lo que estas tierras pasaron a ser administradas por la Orden de Santiago.

Ruta del Zarzaral zarzas
Con razón llaman a esta ruta la del zarzal.

La fortaleza está restaurada y se puede visitar. Queda a tiro de piedra de la carretera, aunque hemos leído que lo suyo sería llegar a pie trazando una de las Rutas de los Nogales Centenarios. Unos lugareños, sin embargo, nos recomiendan posponer esa caminata para una futura visita otoñal, cuando las nogueras se tiñan de ocre, y aprovechar que es verano para embarcarnos en la mucho más refrescante Ruta del Zarzalar. Además de que discurre junto al río y tiene alguna pocita donde refrescarse, en buena parte transita bajo la sombra del bosque de ribera y de las paredes del Calar de Nerpio, pasando por cuevas y abrigos que se desploman sobre nuestras cabezas.

Ruta del Zarzaral  cañón
Así es la entrada a las cañón a la salida del pueblo.

A pesar de la cercanía al pueblo y de los siglos que han pasado, todavía emana aires fronterizos debido a su carácter agreste y remoto. Ha habido que desbrozar y habilitar la ruta con un buen puñado de puentes y pasarelas para hacer transitable este paraje que alberga una notable fauna salvaje. Los paneles que vemos por el camino cuentan que podríamos avistar águilas perdiceras o reales, patos azulones, mirlos y garzas; también nutrias, culebras de escalera o lagartos ocelados. No los hemos leído en ningún cartel, pero justo a la altura de la cueva del Nogal, asustamos sin querer a una pareja de corzos.

Ruta del Zarzaral vistas
Las vistas del entorno sobre el cañón son sobrecogedoras.

La ruta hace honor a su nombre con montones de zarzas que el ayuntamiento se encarga de ir podando a lo largo del año. A pesar de todo, es buena idea venir con pantalones largos o estirarse bien los calcetines, sobre todo en primavera, por si hace tiempo que no ha pasado nadie desbrozando. La contrapartida a las zarzas es que, al final del verano, tenemos alimento asegurado. Además, también hay un buen puñado de higueras. Al catálogo vegetal se unen pinos, chopos o nogueras y, a medida que tomamos altura y el ambiente se vuelve estepario, aparecen sabinas albares y negras.

Consejos y entresijos de las pasarelas del Zarzalar

La Ruta del Zarzalar consiste en un circuito de poco más de nueve kilómetros en el que apenas se acumulan 200 metros de desnivel positivo y en el que primero recorremos el cañón por su parte baja, para luego regresar mirándolo desde las alturas. Tiene poca dificultad salvo por la subida que hay que hacer para salir del barranco y por el tramo de las primeras pasarelas, donde hay que agarrarse bien fuerte al cable, aunque siempre está la sencilla opción de descalzarse y caminar por el río, que resulta más fácil, divertido y refrescante.

Primer tramo de pasarelas con el puente colgante.
Primer tramo de pasarelas con el puente colgante.

La propuesta que encontramos en los carteles a la salida del pueblo plantea hacer el circuito en el sentido mencionado. Le hacemos caso y terminamos contentos, pero pensando que, al menos en nuestro caso, quizá habría sido mejor optar por el sentido opuesto, ya que al haber salido por la mañana y en un día de calor, nos habríamos expuesto al sol a primera hora, cuando castiga menos, y habríamos regresado más frescos por el barranco evitando los calores del mediodía. Siempre cabe la opción de ir y volver por el barranco, pero también se disfruta tomar altura para ver el barranco desde arriba.

La sombra de los árboles se agradece en distintos tramos del camino.
La sombra de los árboles se agradece en distintos tramos del camino.

Sea cual sea el sentido que se elija, conviene ir advertido de que ni el inicio ni el final son partes especialmente bonitas. Salimos desde la depuradora municipal y regresamos por el backstage de una gasolinera. Pero son anécdotas que se olvidan en un puñado de pasos cuando te ves en un auténtico paraíso, rodeado de paredes calizas, como a 1.000 kilómetros de la civilización. La primera parte es la más espectacular por ser la más cerrada y por ser donde se encuentran los tres tramos de pasarelas, además de las cuevas que usaban los pastores para resguardar al ganado. Esta parte se extiende más o menos hasta la cueva del Nogal o la presa abandonada.

Tercer tramo de pasarelas, ya muy sencillo.
Tercer tramo de pasarelas, ya muy sencillo.

La segunda parte es más abierta, pero también se disfruta. En ella atravesamos la llamada Selva del Taibilla, con paneles que interpretan la flora, mientras el cañón va suavizándose hasta que aparece un pequeño canal de riego y unos escuetos campos de cultivo. Es la señal de que llegamos al destino final, el paraje de ‘Villa Carmen’ o ‘Cortijo Tovarico’, donde hay un alojamiento rural. Desde aquí, toca subir la Cuesta Colorada (por el GR68) para regresar por el páramo consiguiendo buenas vistas del desfiladero. Quienes tengan prisa, pueden acortar la ruta en dos puntos que no están señalizados pero que se intuyen bien con ayuda de los planos de los paneles.

Las nueces de Nerpio y la alacena de los sabores

Al volver al pueblo aparecen carteles que señalizan la Ruta de los Nogales Centenarios. En realidad hacen referencia a dos recorridos: la Ruta del Molino de las Fuentes, que remonta el río Acedas unos tres kilómetros hasta el paraje que le da nombre, y la Ruta Taibilla, que recorre la ribera de nuestro río pero en sentido opuesto, haciendo otro circuito de 21 kilómetros que visita tres hits patrimoniales del término municipal: la fortaleza, las pinturas rupestres de Solana de Covachas –cita previa con la Oficina de Turismo– y el Plantón del Covacho, el más célebre nogal centenario que, después de muerto, ahora es una especie de monumento fosilizado.

Ruta del Zarzaral nueces
Las bolsas de las famosas nueves de Nerpio que venden en 'La Alacena'.

En la Ruta del Zarzalar también se ve algún nogal, aunque más bien en la zona alta, de regreso, donde aparecen pequeñas plantaciones modernas. La nuez es una seña de identidad de Nerpio en proceso de restauración que, desde el año 2023, goza del título de Denominación de Origen Protegida. Sus propiedades antioxidantes llegan a superar hasta en diez veces a las nueces procedentes de otros países y las de aquí son conocidas por su estabilidad, que les proporciona una vida útil de unos tres años, muy por encima de la habitual, que apenas alcanza el año.

Ruta del Zarzaral caldereta de ciervo
La caldereta de ciervo.

‘La Alacena’ (Carretera de Caravaca, 6. Nerpio) es uno de los lugares donde podemos comprar nueces en crudo y también procesadas. También se vende, entre otras cosas, un aceite que se prensa en frío para que estos frutos secos no pierdan ninguna propiedad, y que se utiliza para comer en crudo. “Se hacen incluso cosméticos”, comenta Juan Pedro Martínez, que antes de lanzarse a abrir esta tienda-bar con su pareja Isabel Rodríguez, utilizaba una crema de nueces para curarse las grietas que le salían en las manos en su anterior trabajo.

Ruta del Zarzaral chocolate
En 'La Alacena' procuran ofrecer producto Km. 0 o, al menos, manchego.

Hay también un vino dulce con nueces maceradas junto a otros productos de la tierra: “intentamos que tanto los productos de la tienda como del menú sean de kilómetro cero y, si no lo son, pues son de alrededor o manchego”, dicen en referencia a una carta en la que nos llaman la atención los guisos de carne de caza, así como las carrilleras con salsa de ciruelas o a la miel. Miel es otro de los productos de kilómetro cero que venden, además de aceite, vino, chocolate… y por supuesto mermeladas, que están en la raíz de esta tienda que nació para comercializar las de una deliciosa fábrica local, ‘Valle del Taibilla’, y que, dejándose empujar por los vientos, se ha convertido en un referente gastronómico local.