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Ascenso pico Torrecilla

7 rutas por los pinsapares de Málaga y Cádiz

Tras la belleza del pinsapo

Actualizado: 28/01/2022

Fotografía: Daniel Pérez

Este portentoso árbol es un abeto de clima atlántico al que gustó tanto Andalucía que se quedó en la zona desde la Era Terciaria, hace más de 66 millones de años. A través de las rutas por los pinsapares de Málaga y Cádiz se puede descubrir cómo ha sido la evolución de estos bosques a lo largo de los siglos, los estragos que han sufrido a causa del fuego y la acción humana, y algunos de los manjares más codiciados en los bonitos pueblos blancos de la zona.

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El pinsapo cuenta con poblaciones que forman islas entre Málaga y Cádiz a lo largo de las sierras de las Nieves, Bermeja y Grazalema. El color de sus piñas, la forma de sus agujas, el elegante despliegue de sus ramas, su portentoso tronco… Se mire por donde se mire, es una auténtica belleza que consiguió adaptarse al sur de la Península Ibérica tras la última glaciación. El hielo se retiró y, aunque las enormes extensiones de este árbol desaparecieron, un puñado de ellos resistieron. Lo hicieron en las montañas que mejor se adaptaban a sus características: zonas frías, húmedas y a partir de unos 900 metros de altura.

Pinsapar
Las condiciones frías y húmedas son ideales para la proliferación de los pinsapares. Foto: Daniel Pérez

Con su perfil de clásico árbol de Navidad, hoy conforma bosques únicos en el planeta que, además, albergan una gran diversidad. Especialmente de aves, de las que se han censado casi un centenar que aprovechan no solo las densas ramas o los anchos troncos de los pinsapos, sino también el matorral que se despliega a sus pies. Justo por donde transitan un puñado de rutas que se adentran en los pinsapares andaluces, algunos de los territorios más singulares de la península y en las cercanías de bonitos pueblos blancos.

Pinsapos Yunquera
Las sierras de Málaga y Cádiz son uno de los últimos reductos del pinsapo en la península. Foto: Daniel Pérez

“Tenía muchas ganas de volver a visitar la Sierra de las Nieves o Tolox, a ocho leguas de distancia de Málaga y donde esperaba encontrar el pinsapo, este famoso pino serrano”, relató el botánico suizo Edmond Boissier en su Viaje botánico por el sur de España, de 1837, y que sirvió para dejar registrado para la ciencia la existencia de este árbol. Esa comarca es justo la primera parada a la que acercarse para conocer esta rareza natural, más protegida que nunca tras la declaración del entorno como Parque Nacional en 2021, que se suma a la de Reserva de la Biosfera en 1995.

Pinsapo
Sus características agujas son fácilmente identificables. Foto: Daniel Pérez

1. Puerto Saucillo - Puerto Bellina

La mayor densidad de esta especie se encuentra a las afueras de Yunquera, un municipio en el corazón del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves. Por suerte, buena parte del bosque está atravesado por estrechos senderos que se adentran en el interior de la montaña para saborear el paisaje y, también, la calma el pinsapar. Uno de los más sencillos y atractivos caminos es el que une el mirador Puerto Saucillo -al que se puede acceder en coche hasta sus inmediaciones- con Puerto Bellina. Es circular, tiene poco más de cinco kilómetros, una escasa pendiente y pasea por los terrenos que el pinsapo ha ido ganando a los cultivos de vid o trigo que poblaban estas laderas hace ya unas cuantas décadas.

Puerto Saucillo
El Parque Nacional de la Sierra de las Nieves acoge un numeroso grupo de pinsapos. Foto: Nacho S. Corbacho

La caminata pasea junto al denominado Pinsapo Candelabro, ejemplar que es todo un monumento natural de enormes proporciones: más de 20 metros de altura y siete de envergadura. También junto a viejos pozos de nieve, donde antiguamente se acumulaba para distribuirla luego en forma de hielo a lo largo de toda Andalucía. Cedros y diversas especies de pino de reforestación se mezclan en el entorno. El sendero ofrece igualmente un desvío opcional de dos kilómetros hasta la llamada Cueva del Agua, una enorme cavidad caliza que, a sus pies, dispone de alguna fuente y abrevadero para los animales. A veces se puede observar algún tritón escondido en el agua. El esfuerzo merece la pena.

Cueva del Agua Málaga
Merece la pena dirigir los pasos hacia la Cueva del Agua. Foto: Nacho S. Corbacho

2. Ascenso al Peñón de los Enamorados

También a las afueras de Yunquera existe otro mirador dedicado a Luis Ceballos, ubicado sobre un depósito de agua camuflado y en honor al botánico que tanto hizo por dar a conocer la flora malagueña. Ofrece vistas al valle del Guadalhorce e incluso se intuye el mar. Se trata del punto de partida de una ruta más larga y compleja: algo más de 13 kilómetros y un desnivel de casi 400 metros. A cambio, ofrece paisajes únicos durante el recorrido circular que se adentra en el término municipal de Tolox.

Yunquera
La localidad de Yunquera está rodeada por pinsapares. Foto: Daniel Pérez

Las vistas son realmente interesantes desde el interior del pinsapar. “Es especialmente vigoroso y aquí se encaja entre la Cañada de la Perra y la Cañada de las Boas”, cuenta Rafael Flores, que conoce como la palma de su mano este territorio y organiza rutas guiadas con su empresa RFNatura. Más arriba se completan con las que ofrecen los terrenos calizos del entorno del Peñón de los Enamorados, a 1.748 metros de altitud, que muestra un paisaje prácticamente lunar, apenas poblado por pequeños arbustos. También destacan las imágenes que regalan los bosques de pinsapos, a la vuelta, con las paredes de más de cien metros de altura del Tajo de la Caína, no apto para quienes sufran vértigo.

Peñón de los Enamorados
El camino hacia el Peñón de los Enamorados está flanqueado por ejemplares jóvenes. Foto: Nacho S. Corbacho

3. El Burgo - Yunquera

De recorrido lineal y larga extensión -algo más de 15 kilómetros-, esta ruta está marcada por el silencio. Parte desde El Burgo, una bonita localidad blanca, a pies del río Turón, donde quedan aún algunos restos del castillo de Miraflores, de origen árabe y que servía para defender las localidades cercanas. Entre ellas Yunquera, destino final de una caminata que antes atraviesa el interior de la Sierra de las Nieves por su bosque de pinsapos, pero que sube inicialmente al Puerto de los Lobos y pasea por las pistas que atraviesan el Área Recreativa de la Fuensanta, donde el agua es protagonista con minúsculos arroyos por donde corre a lo largo de todo el año. Entre su arboleda hay olivos de aceituna aloreña, pinares y vegetación de ribera, además de algún que otro ejemplar de pinsapo. Dispone de mesas de madera donde retomar fuerzas.

El Burgo Málaga
Las vistas desde El Burgo son espectaculares. Foto: Nacho S. Corbacho

Hay otra versión de esta ruta, aún más larga y que supera los 24 kilómetros siguiendo el sendero GR-243, paseando también junto al área recreativa de Los Sauces -donde se puede acampar pidiendo permiso a la Junta de Andalucía con antelación- para adentrarse en el pinsapar y, más adelante, poner el punto y final en Puerto Saucillo, con bonitas vistas de la comarca. Para almorzar, las carnes del restaurante ‘Enara’ (Avenida Sierra de las Nieves, 9) o los platos de cuchara del bar ‘Quini’ (Camino del Sao, 4), con sabrosos menús del día a base de ollas caseras, son apuestas seguras en el casco urbano de Yunquera.

Área Recreativa de la Fuensanta
Por algo se denomina así el Área Recreativa de la Fuensanta. Foto: Nacho S. Corbacho

4. Ascenso al Torrecilla

Con sus 1.919 metros de altitud, el pico Torrecilla es una de las mecas senderistas de la provincia de Málaga. Y no solo por ser el segundo punto más alto tras La Maroma, también porque en el recorrido es posible disfrutar de paisajes diversos y una gran variedad botánica que incluye un viejo bosque de tejos, que fue adehesado cuando estas tierras se hallaban bajo la dominación romana. Eso sí, para llegar hasta ahí hay tomárselo con calma durante un ascenso que parte desde el Área Recreativa Quejigales, otro de esos espacios naturales que regala la montaña malagueña.

Pico Torrecilla
El entorno del pico Torrecilla nevado es un regalo para los amantes al senderismo. Foto: Nacho S. Corbacho

“Una de las mejores opciones para acometer la subida con un recorrido circular es tomar el camino por la Cañada del Cuerno”, recomienda Rafael Flores. A medida que la senda asciende, se va adentrando en denso pinsapar con ejemplares de gran antigüedad que prácticamente traslada al senderista a los paisajes de los países nórdicos, especialmente cuando nieva. El antiguo trasiego de ganado en esta zona hizo que las reses comieran a los pinsapos recién nacidos, de ahí que haya pocos jóvenes. El sonido de las 82 especies de aves que se han censado en esta zona acompañan la caminata que, a medida que sube en zigzag, va regalando una mayor panorámica del entorno, especialmente hacia la Sierra de Grazalema, que monopoliza el horizonte.

Pinsapo nieve
Los pinsapos toleran a la perfección las condiciones climáticas invernales. Foto: Nacho S. Corbacho

La llegada al Puerto de los Pilones es el primer hito importante de este sendero, que desde ahí continúa por una larga llanura caliza entre un puñado de tejos de montaña con cientos de años y pequeños matorrales entre los que destacan sabinas rastreras, enebros y piornos. Junto a la Virgen de las Nieves y la fuente en sus cercanías, comienza ya el último tramo que llega hasta el pico Torrecilla. La vuelta se puede tomar girando, en una vereda que parte junto a un viejo nevero, por la Cañada de las Ánimas, donde el pinsapo vuelve a ser protagonista con una población de más vigor y juventud, para acabar de nuevo en el punto de partida. El restaurante ‘El Navasillo’ (Carretera de Ronda a San Pedro de Alcántara, km 11,5), ya en la carretera A-357, es un refugio cercano para un café o buenos platos de cocina local. Ronda, a un paso, ofrece una amplia variedad de bares de tapas.

Pico Torrecilla nevado
La montaña se convierte en un espectáculo cuando la nieve la cubre como un manto. Foto: Nacho S. Corbacho

5. Sierra Bermeja

Paraíso natural hasta el pasado verano, hoy la falda sur de Sierra Bermeja es puro carbón. El pinar que cubre la montaña al norte de Estepona ardió en septiembre de 2021 y dejó tras de sí un paisaje silencioso en el que, poco a poco, van surgiendo brotes verdes que empiezan a devolver la vida al entorno. En esta zona hay dos áreas con pinsapos. La primera es el llamado Paseo de los Pinsapos, en el término municipal de Genalguacil, precioso pueblo blanco con más de 200 obras de arte en sus calles. Se trata de un camino de apenas un kilómetro de longitud que, en parte, se vio afectado por las llamas y cerca de un millar de ejemplares ardieron, aunque muchos de ellos podrán revivir si las condiciones meteorológicas lo permiten.

Pinsapar Genalguacil
Un pinsapar rodea la localidad de Genalguacil. Foto: Daniel Pérez

La zona está igualmente marcada por los afloramientos de peridotitas, una roca difícil de ver sobre la superficie y cuyas características han dado lugar a una veintena de especies endémicas botánicas. La pequeña ruta acaba en la curiosa Plazoleta García Lorca, donde hay un mosaico de azulejos con un poema del poeta andaluz, Árboles, que arranca con el verso “¡Árboles! ¿Conocerán vuestras raíces toscas mi corazón en tierra?” y fue dedicado a los pinsapos.

Ruta pinsapar Genalguacil
Es habitual cruzarse a los vecinos cuando se recorren los caminos del bosque. Foto: Daniel Pérez

La segunda zona de pinsapar está en la cumbre del pico de Los Reales, a 1.452 metros de altitud. Cumbre ya de esta montaña que se asoma a la Costa del Sol, el fuego, por suerte, ni se asomó por aquí. Hay caminos que unen esta zona con el Paseo de los Pinsapos, pero aquí, junto al área recreativa, existen otras posibilidades para realizar recorridos entre estos árboles prehistóricos, así como una venta, denominada ‘El Refugio’ (Carretera de Peñas Blancas), con carnes y productos de la zona. A escasos minutos de paseo se ubica el mirador Salvador Guerrero, con vistas panorámicas únicas: la costa de Estepona apenas a ocho kilómetros en línea recta y el mar siempre presente. En los días claros, además, en la línea del horizonte se distinguen Gibraltar en primer término y las montañas de Marruecos más al fondo.

Genalguacil Málaga
Pasear por las callejuelas del pueblo es un complemento perfecto tras la ruta por el pinsapar. Foto: Daniel Pérez

El sitio es también un lugar ideal para la práctica de ciclismo, ya que hasta aquí se llega ascendiendo por la carretera de Peñas Blancas, justo la que los ciclistas que participen en la próxima Vuelta a España recorrerán en la duodécima etapa de la ronda. Eso sí, es de gran dureza y solo apto para quienes ya tienen experiencia en esto de las dos ruedas sin motor.

Incendio Valle del Genal
El incendio de 2021 se llevó parte del pinsapar. Foto: Daniel Pérez

6. Sendero del pinsapar de Grazalema

Algo más de 11 kilómetros separan, por este sendero, los municipios de Benamahoma y Grazalema, en la sierra que lleva el nombre de esta última localidad al norte de la provincia de Cádiz. Se esconde aquí, tras altas sierras calizas, otra maravilla natural en forma de bosque de pinsapos que se extiende por altas laderas ubicadas al norte, donde parece haber querido pasar desapercibido de las miradas. La larga ruta sube y baja por la montaña, paseando junto a fuentes y neveros, pero también los magníficos troncos de estos árboles que parecen fósiles vivos por los que sobrevuelan los enormes buitres leonados y alimoches. En sus ramas se puede ver la chova piquirroja y delicias como el roquero rojo o el alcaudón meridional, prácticamente endémico de la Península Ibérica.

Grazalema
El pueblo de Grazalema da nombre a la sierra del norte de Cádiz. Foto: Nacho S. Corbacho

En el bosque gaditano más conocido llueve con frecuencia, ya que la Sierra de Grazalema es uno de los lugares más lluviosos de la geografía española. Pero no hay que achantarse por el agua ni el frío -en invierno- para realizar este singular entorno -en verano solo se puede acceder bajo la tutela de empresas de turismo activo-. Los pinsapos y su característica forma triangular se levantan aquí como pequeños árboles navideños cuyo verde destaca sobre la blanca piedra caliza en las lomas del pico Torreón, la cumbre de la provincia de Cádiz con sus 1.648 metros de altitud.

Sierra de Grazalema Cádiz
La carretera que cruza la Sierra de Grazalema está rodeada de pinsapos. Foto: Nacho S. Corbacho

Hay bosques de quejigos, encinas, alcornoques y acebuches, brezo y verdes praderas que conforman una ruta diversa y exquisita. Para recorrerla, eso sí, es necesario pedir con antelación un permiso a la Junta de Andalucía, como se indica en su web oficial. La guinda la pueden poner los platos de cuchareo del restaurante ‘La Maroma’ (Carretera de Santa Clara, s/n), en Grazalema, en cuya carta hay espacio para lagartito ibérico, brocheta de retinto o una rica tosta de setas, jamón ibérico, huevos de codorniz y salmorejo.

Comer Grazalema
Los bares del municipio ofrecen los mejores platos típicos de la zona. Foto: Nacho S. Corbacho

7. Sierra de Huétor y otros pinsapares irreductibles

El pinsapo ha conseguido adaptarse a otros puntos de la geografía malagueña, donde permanecen poblaciones aisladas que han conseguido sobrevivir a la acción humana o el fuego y que diversos botánicos y naturalistas apuntan a que deberían ser protegidos, al igual que los incluidos en el Parque Nacional Sierra de las Nieves. En la Alpujata, zona montañosa en los alrededores de Ojén, al norte de Marbella, existe un pequeño bosque al que se puede acceder caminando desde el Refugio de Juanar. En Istán, en el entorno de la Sierra de las Nieves, también se puede visitar el Pinsapar de los Cuchillos, camino del alto de Canucha y el término municipal de Istán. Y en Parauta se ubican dos de los mayores ejemplares de este árbol: el Pinsapo de las Escaleretas -cuya edad se cifra en más de 350 años- y el Pinsapo del Puntal de la Mesa, que se pueden visitar en una estupenda ruta ya en el término municipal.

Pinsapos Andalucía
Los expertos coinciden en la necesidad de proteger todos estos bosques prehistóricos. Foto: Daniel Pérez

Perfecto colofón para terminar de conocer esta especie botánica, que cuenta con un escondrijo más en otra provincia andaluza, Granada. Concretamente en la Sierra de Huétor, donde existe otro coqueto bosque de pinsapos que se puede visitar caminando por el sendero que parte del área recreativa La Alfaguara y llega hasta la Cueva del Agua.

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