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Steak Tartar de Casa Paloma

4 restaurantes 'fantàstics' de Barcelona

Platos que tus hijos deberían probar

Actualizado: 19/03/2017

Fotografía: César Cid

Venga, demuestra que eres un gran padre y por lo tanto, merece la pena celebrarlo con fumanento en torno a la mesa. Hay platos impepinables, que tus criaturas deben descubrir a tu lado para que no olviden nunca quien se los descubrió. En estos cuatro restaurantes lo vas a pasar de cine.

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Como la brecha generacional entre padres e hijos no es solo una cuestión de edad, sino que se agranda incluso más en las cosas pequeñas, lo mejor es que sea el padre (y no al revés) el que convenza a su descendencia de la buenaventura de la cocina de toda la vida, la que ahora parece desvanecerse ante una combinación de sofisticación, exotismo o simple fast food.

El Tío Carlos, un buen plan para ir en familia.
El Tío Carlos, un buen plan para ir en familia.

Así pues, la aventura gastronómica del Día del Padre debería empezar con un plato de la vieja escuela, reinventado pero fiel a su esencia: el rabo de toro. En la taberna El Tío Carlos (Pasaje de Gutenberg, 7), lo sirven con un delicioso parmentier de patata y cocinado en su jugo. En este sitio rumbero y con música en directo también se pueden catar el pulpo con puré de cachelos o la imprescindible tortilla de camarones, pero, no nos engañemos, ir y no probar el rabo de toro podría ser catalogado de herejía grave y castigado en la otra vida.

En Tío Carlos, el jamón nunca falta.
En Tío Carlos, el jamón nunca falta.

En el restaurante Igueldo (Roselló, 186) no sirven rabo de toro, aunque sus carnes son exquisitas y tienen los mejores chipirones con tinta de la Ciudad Condal. Los sirven con arroz blanco y es una delicia incalificable. Este plato, de dificultad notable (el punto de sal es complicado) representa la cocina de raíces profundas, y en Igueldo lo sirven sin remilgos y sin complejos.

Su ensalada de tomate también es mayúscula y sus aperitivos de chistorra envuelta en un rebozado fino de pan tostado y sazonado con una mostaza suave, son también magníficos, pero si se va a chipirones, se va a chipirones. No olvide poner el arroz, que se sirve aparte, en el plato y untarlo en tinta. Los más sensibles volverán a su infancia con la primera cucharada.

Los chipirones en su tinta de Igueldo, éxito asegurado.
Los chipirones en su tinta de Igueldo, éxito asegurado.

De Tapas 24 (Calle de la Diputació, 269) se ha hablado hasta la saciedad, que si los boquerones al limón, que si el pan con tomate en tostada y untado con la variedad de rama (la mejor para untar, muy alejado de aquellas barbaridades que algunos pergeñan con el tomate rallado), que si sus fabulosos sándwiches de ibérico y trufado, pero poco se habla de sus postres.

El primero, un mil hojas de crema ‘cremada’, con un sabor que roza el fumado y que acaba los adjetivos. El segundo (y el que el padre debe compartir con la parentela, insistiendo si es necesario), es el espectacular pan con chocolate, aceite y sal. Sí, así de entrada puede sonar marciano, pero el resultado es una bomba de sabores que va directa al paladar y donde se mezclan la suntuosidad del aceite de oliva, el sabor intenso del cacao y el contraste salado, inesperado pero vital. Una receta catalana milenaria, recuperada por una nueva generación de chefs barceloneses.

En Tapas 24 recuperan recetas milenarias.
En Tapas 24 recuperan recetas milenarias.

Y como último paso, buscando ese paso definitivo en el acercamiento generacional básico para el buen desarrollo de las veladas gastronómicas, el famoso y a veces vilipendiado steak tartare. Ya saben, carne cruda, a veces con un punto de picante, a veces con huevo, a veces a pelo.

El de Casa Paloma (Casanova, 209) es el mejor de la ciudad y uno de los mejores de la piel de toro. Meloso, con un corte perfecto, aplicando el picante con sabiduría, y servido con unas deliciosas patatas fritas. Un periodista del Wall Street Journal dijo una vez que el de Casa Paloma era uno de los mejores steak tartares ‘del mundo’ y habrá que darle la razón.

El steak tartar de Casa Paloma, un imprescindible.
El steak tartar de Casa Paloma, un imprescindible.

Para picar algo antes le aconsejamos la espectacular tortilla de butifarra negra, hecha con ese punto de cocción que permite disfrutar plenamente del sabor del huevo. Eso sí, no se anime demasiado, porque aunque pueda parecer lo contrario, el steak llena.

Si después de este viaje gastronómico sus retoños no se sienten más cerca de usted, lo mejor sería que les dejara seguir comiendo lo que les dé la gana. Ellos/as se lo pierden.

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