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Comienza la vendimia, la culminación de una temporada completa de vida en el campo. El ciclo anual de la vid arranca justo cuando termina el anterior y los viticultores se afanan desde el invierno en preparar las cepas para que, llegada la hora de cortar los racimos de uvas, sea el momento ideal para iniciar ese viaje que culminará dentro de unos años con un excelente vino llenando nuestra copa.
Tras un largo camino de tierra, al fondo, se difumina una casa. Allí, una cuadrilla de chicos y chicas jóvenes, más un capataz que ronda los 50 años, esperan al dueño del viñedo, Miquel Gelabert; este distribuye las tareas y las cajas de plástico azul donde se depositará la uva recogida. Hoy toca la finca Son Moix (en el municipio de Manacor), con la variedad de uva Pinot Noir. "Este es un suelo de textura franca, con un pH básico. Esto hace que sea un terreno con poca sensibilidad a la compactación y con un buen drenaje; se podría decir que es la textura ideal, aunque para un viñedo siempre es más interesante un poco más de arcilla", explica Gelabert con la sabiduría del viticultor veterano.
La finca pertenece a la bodega 'Vins Miquel Gelabert', que se enmarca dentro de Denominación de Origen Protegida Pla i Llevant de Mallorca, que cumple 20 años este 2019. La DOP está integrada por 13 bodegas más, repartidas por los municipios del centro y este de la mayor de las Islas Baleares. Además de Son Moix, otras nueve pequeñas fincas, en las localidades de Manacor, Felanitx y Petra, completan las 9 hectáreas de viña donde Miquel cultiva hasta 30 variedades de uva, algunas autóctonas todavía en fase experimental, con las que elabora hasta 27 vinos artesanales, como el blanco Chardonnay Roure, el rosado 100 % Pinot Noir Golós Rosat o el dulce envejecido en barrica Dolç des Morro.
La cuadrilla, formada por Isabel, Samuel y Sergio –tres jóvenes en prácticas con formación dual–, recorre sin prisa y con mimo las viñas, eligiendo en cada racimo el lugar perfecto para el corte. Las tijeras se mueven con más destreza en las manos expertas del capataz y del propio Miquel, que colabora en estas primeras jornadas de vendimia.
En 1985, Gelabert fundó en Mallorca la bodega de elaboración de vinos que hoy lleva su nombre. 'Vins Miquel Gelabert' nació como una pequeña bodega destinada a investigar y profundizar en el cuidado de la vid y en la elaboración de vinos de alta calidad.
"Aprendí de los viejos viticultores el arte y los secretos del cultivo de las viñas y combinar la más moderna tecnología con la tradición más artesana para ofrecer unos vinos con personalidad y carácter", explica el bodeguero. Sus vinos han conseguido estos años más de un centenar de importantes premios y menciones, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Poco a poco, las cestas azules se llenan durante la dura jornada y son trasladadas al remolque del tractor que se encuentra esperando al pie del viñedo. Han sido unas horas de mucho calor –paliado, en parte, bajo los sombreros–, pero finalmente la cuadrilla se felicita por el trabajo bien hecho. Ahora toca regresar a la bodega y llenar la cámara frigorífica.
A escasos kilómetros de Manacor, a las afueras de la pequeña localidad de Petra, no paran de descargar uvas los operarios de la bodega 'Miquel Oliver Vinyes i Bodegues'. Entre cajas llenas de esta fruta y cubas antiguas, pero con nuevo uso y traje a la medida para los visitantes más pequeños –algunas han sido decoradas con detalles infantiles–, se respira el aroma del vino. Una de las cubas del techo está marcada con distintos bollos: "Son heridas de guerra", cuentan los responsables. Hace cuatro años el antiguo techo se desplomó sobre ella, lo que obligó a hacer reformas en el edificio. "Ahora lo tenemos todo más a mano".
Fuera, en el Pla de Mallorca, amenazan fuertes tormentas. Dentro, en la bodega 'Miquel Oliver', las máquinas y el personal están en calma. En las enormes cubas, abriendo la trampilla, puede verse cómo lentamente la uva sufre la transformación de su azúcar en alcohol y el chisporroteo del gas carbónico se confunde con algunas gotas de lluvia rebotando sobre el metal del tejado.
El edificio que alberga la nueva bodega está ubicado en las inmediaciones del municipio de Petra, rodeado de sus viñedos de tierras gravas y arenosas, que al igual que las instalaciones reciben numerosas visitas guiadas. Destaca por su funcionalidad y fue diseñada con espacios amplios, "con la última tecnología, con el fin de optimizar y controlar cada paso del proceso de la elaboración del vino: recepción de la uva, vinificación, crianza en barricas, embotellado, crianza en botellas, etiquetado y almacenaje", detalla con precisión Pilar Oliver, propietaria y cuarta generación al frente de la compañía.
La uva se conserva en las cámaras frigoríficas "para que se quede un poco inerte y no sufra procesos de fermentación espontánea", apunta Pilar Oliver. El grupo de trabajo ha colocado ya el tubo que llevará la uva prensada desde la máquina despalilladora hasta la cuba, mientras en la cámara otro equipo descarga las cajas con un toro eléctrico para agilizar el trabajo.
En 1912, Melchor Oliver sembró su primera vid y elaboró su primer vino. Hoy, las bodegas cumplen 108 años; pero siguen a pleno rendimiento con Miquel y Pilar, nieto y biznieta respectivamente, al frente de esta tradición vinícola. "Del pasado, conservamos la esencia, la arquitectura, la pasión, el espíritu, el empeño y las raíces. El presente aporta energía, juventud, técnica, innovación... ¡y, por supuesto, vino!", subraya la propietaria. Entre sus "joyas" está Aia, un Merlot monovarietal "de aroma potente y cereza muy intenso" o el muy demandado Mont Ferrutx –Callet, Manto Negro y Fogoneu– "con aromas a fruta madura. Un vino muy nuestro y que refleja la identidad mediterránea", según lo definen sus vinicultores.
La uva convertida en mosto poco a poco va llenando la cuba. Allí, fermentará, será traspasada a cubas de madera, embotellada y, tranquilamente, con la calma de al menos cinco años, se criará hasta ser servida en alguna copa donde el chin-chín de un brindis dará paso a una celebración.