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El Sabinar de El Hierro

Frontera, Santa Cruz de Tenerife

Se lo ha definido de mil maneras: boque encantado, paisaje mágico, árboles fantasmales… casi todas las descripciones del El Sabinar de El Hierro contienen algún componente sobrenatural, como no podía ser menos cuando nos referimos a uno de los parajes más bellamente extraños de un isla que es exótica y exuberante toda ella. Añadamos una descripción nueva a la lista: este solitario paraje recuerda es a una de esas escenas cinematográficas en las que alguien congela el tiempo y, de repente, todo queda suspendido a mitad de movimiento. En este caso, lo congelado son los árboles, esas sabinas que son  emblema de El Hierro y cuyos tallos vemos combados y retorcidos de las maneras más misteriosas y antinaturales.

Sin embargo, su extraña forma es precisamente la seña de identidad de estos flexibles árboles, que se caracterizan por su intensa ramificación y por crecer vencidos por el viento en las zonas donde este sopla fuerte. Ellos han dado nombre este espacio protegido de El Sabinar, en el extremo occidental de El Hierro. Para llegar a él deberemos de atravesar antes una zona igualmente enigmática, la despoblada Dehesa de Sabinosa, una zona de pastos salpicada también de fantasmales sabina. Tiene, además, otros atractivos adicionales, como el bello Santuario de Nuestra Señora de los Reyes, la patrona de la isla o, cerca de allí, el Pozo de la Salud, una fuente de aguas medicinales con varios siglos de prestigio como aval.

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