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Subida al monte Gorbeia desde Murua

Zigoitia, Araba/Álava

Gorbeia espera. En su cruz, en sus vistas y en su cielo despejado. Él no tiene prisa, se alza como un vigía. Todo el que se acerca hasta Zigoitia quiere coronar su cima. Desde Murua el camino es asequible. Al principio de la pista, el arroyo Zubialde es el mejor guía, luego una vez que se separa del sendero hasta el Gorbeia serán los hayedos los que acojan al senderista. La cota de Gonga se ha quedado atrás, junto a las preocupaciones de la ciudad y los primeros pasos. Una hora de travesía y la vida ya parece de otro color: verde montaña combinado con el aire purificador. El tiempo se ha relativizado mientras se llega a Pagazuri. A lo lejos ya saluda Gorbeia, desafiando la hora y veinte de paseo que se lleva caminando. De repente, el sendero le pierde la vista al tiempo. Se trata de Arroriano, una cima que combina con la cabecera del barranco de la Hoz, donde por un momento es fácil olvidar lo que se estaba buscando. Ya no importa el final, el camino se ha vuelto precioso gracias a Igiñer, un rocoso extraño que conforma uno de los tramos más bellos para subir al Gorbea. Aunque ya no existen las horas, ni la prisa, se debe continuar. Gorbeia está esperando. Qué pena que esto se acabe ya… Tras un arroyo y un tramo abierto se aparece ante los senderistas un gigante de hierro. Es la cruz que indica que el final está próximo y aunque se eche de menos el seguir andando, Gorbea se encuentra bajo los pies. Dos horas de camino y las vistas más bellas se han conjurado junto con el horizonte para que el caminante quiera volver a emprender la subida. Es un final increíble para un sendero lleno de intensas sorpresas, aunque ya toca volver abajo, al mundo real. Menos mal que siempre quedará la impresionante panorámica que el Gorbea ha regalado a los valientes que lo han coronado como rey de los senderos. O quizá lo más importante sea que les ha hecho olvidar las diferencias entre las preocupaciones del hombre y la Naturaleza.

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